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sábado, 18 de julio de 2015

Galicia participa en el desarrollo de un robot que aprende por sí mismo

El proyecto europeo, que integra a la UDC, amplía las funciones de los androides
R. Romar / la voz, 18 de julio de 2015.
Cuando dormimos, el cerebro trabaja. El sueño consolida la información adquirida a lo largo del día en nuestra interacción con el entorno, selecciona la importante y suprime la innecesaria, un proceso clave en el aprendizaje de las personas. Es un mecanismo propio de los humanos que ahora se quiere extrapolar a las máquinas gracias al proyecto europeo Dream, financiado con cargo al programa Horizonte 2020. ¿El objetivo? Desarrollar una nueva generación de máquinas, probablemente humanoides, capaces de aprender por sí mismas de forma autónoma y de adaptarse al entorno y a las personas que las rodean, sin necesidad de programarlas para cada acción específica.
Es una ambiciosa iniciativa coordinada por la Universidad Pierre et Marie Curie (París) que integra a otros cuatro socios, entre ellos el Grupo Integrado de Ingeniería de la Universidade da Coruña, en el campus de Ferrol, que ha recibido para ello una ayuda de algo más de medio millón de euros.
«De lo que se trata es de dotar a los robots de su propia estructura de aprendizaje, de manera que puedan ir aprendiendo ellos solos de forma independiente», explica Richard Duro, el responsable del equipo gallego.
La robótica actual, pese a los enormes avances generados en inteligencia artificial en los últimos años, solo permite a los robots desarrollar acciones específicas, de ahí que se empleen fundamentalmente en la industria en trabajos mecánicos y repetitivos. Para cada función distinta que se pretenda que ejecuten es necesario efectuar una programación para cada caso. En el hogar, por ejemplo, ya existen robots de limpieza de suelos, pero que solo están concebidos para ejecutar esa tarea.
Actividades motoras
Por contra, la nueva generación partiría de unas aptitudes muy básicas que iría enriqueciendo mediante el aprendizaje en su interrelación con el entorno. «Tampoco pretendemos que aprendan a leer a Shakespeare -apunta Richard Duro-, sino que vayan adquiriendo distintas actividades motoras como las que pueden aprender los niños durante la infancia».
Pero los robots, evidentemente, no duermen. El proceso de aprendizaje que funciona de forma natural en los humanos con el sueño y el ensueño se incorpora mediante inteligencia artificial en la arquitectura cognitiva de la máquina, que aprovecha sus momentos de descanso -el equivalente al sueño humano- para consolidar el conocimiento y la información adquirida durante el día. De lo que se trata es que durante esta desconexión pueda establecer generalizaciones, relaciones que posibiliten que a partir de comportamientos o acciones básicas pueda llegar a desarrollar otras más complejas, y así sucesivamente.
En este reto también participa el CNRS francés, el equivalente al CSIC galo, la Queen Mary University de Londres y la Universidad Vrije de Ámsterdam.
Cinco equipos
El proyecto Dream, en el que participa un consorcio de cinco equipos europeos, está financiado con 2,7 millones de euros con cargo al programa Horizonte 2020 de la UE. La investigación se llevará a cabo durante cuatro años.
Un mayordomo personal adaptado a las preferencias de sus dueños
Un robot puede aprender algo cada día de su interacción con el entorno que le permita desarrollar nuevas habilidades, pero también puede equivocarse. Para mejorar su formación, los ingenieros que participan en el proyecto Dream desarrollarán también un mecanismo de motivación y recompensa que les permita ser sensibles a los premios, si lo hacen bien, y a los castigos si lo hacen mal.
Pero uno de los aspectos más importantes que prevé la iniciativa científica pasa por conseguir que los androides puedan interactuar en entornos humanos e incluso adaptarse a sus requerimientos, lo que ampliaría de forma extraordinaria las aplicaciones de estas máquinas en la industria, en aquellos procesos en los que más allá de ejecutar tareas repetitivas interactúan con las personas, y en las tareas de asistencia personal. «Tienen que ser capaces de convivir con los humanos, que a veces somos muy impredecibles», apunta Richard Duro, de la Universidade da Coruña.
Aunque el objetivo final todavía está muy lejos de conseguirse, en el caso de la asistencia personal las posibilidades que se plantean son prácticamente infinitas. Androides, por ejemplo, que además de limpiar el suelo puedan planchar, recoger, poner la lavadora, servir el café o llevar a los niños al colegio. No solo serían capaces de desarrollar estas acciones, sino que incluso serían capaces de conocer las preferencias de sus dueños para adaptarse a sus gustos y a los hábitos que realizan de forman habitual. «Serían como una especie de mayordomo personal», destaca el investigador coruñés.

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