La tremebunda gamberrada de dos italianos con careta de soldador

Se hacen llamar 0 y 1. Cero le da a la guitarra y canta desde un micrófono sepultado tras su máscara de soldador. Uno le arrea a la batería con el lado derecho de su cuerpo mientras su mano izquierda recorre un teclado. El futuro ya está aquí. O tal vez no

Serxio González   18 de septiembre de 2015.

Un primer vistazo a The Cyborgs dispara las sinapsis neuronales en tres direcciones. Una conduce a aquel hierático androide espacial que amenazaba con aplastar a la humanidad por su condición de peligro potencial para el Universo en el clásico de serie B Ultimátum a la Tierra (1951). Mucho después Keanu Reeves protagonizaría un remake más vistoso y chungallai, pero esa es ya otra historia. La segunda vía remite a esta calamidad milenarista de cargarse al bajista que tantas bandas-dúo están poniendo de moda, desde los extintos White Stripes a Niña Coyote eta Chico Tornado. El tercer vericueto asociativo nos remite, con permiso, a la Ferrolterra de los años 90 y a la propuesta asteleiro-core de Consummatum Est. Imposible olvidar aquella camiseta suya con el lema «A escasos milímetros de tu entrepierna [el original era un tanto más contundente] con mis botas de seguridad de Astano».

Todo este revoltijo, en el que solo una mente trastornada podría encontrar conexiones, está, de alguna forma, presente en la gamberrada genial que un par de tipos están perpetrando desde Italia con resultados nada despreciables. Contemplar a 0 y 1 -así se hacen llamar- interpretando su blues-funki-boogie especulativo ante un aforo petado que espera la llegada de Springsteen, la verdad, no tiene precio. La justicia poética debe de ser algo muy parecido a esto.

La historia es simple en apariencia pero de compleja ejecución en directo. Sobre todo por la parte que le toca a 1, quien compagina las labores del clásico batería con los sonidos sintetizados que arranca con su mano izquierda de un teclado, que en función del tema y la ocasión puede convertirse en tabla de lavar y lo que se tercie. Su compinche 0, mientras tanto, se adueña de una guitarra que machaca sin púa y canta tras una careta de soldador en cuyo interior han acoplado un micrófono.

El resultado es ácido, divertido, rítmico y refrescante. Un retorno a la simplicidad que su discurso coñón hace regresar al presente desde un futuro lejano. Tanto lío se cobija por ahora en dos álbumes, The Cyborgs y Electric Chair, y un último sencillo titulado Spanish Is Sexy. Si es así o no lo comprobarán nuestros amigos enmascarados en persona, ante los aborígenes, durante una gira de ocho fechas a lo largo y ancho de la Península que se inicia esta misma noche en la sala Capitol. Si han tocado de esta guisa con Deep Purple, Iggy Pop y Jeff Beck pueden hacer cualquier cosa.