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miércoles, 23 de septiembre de 2015

Botellas caninas con efecto placebo

El mito de que las garrafas de agua ahuyentan a los perros se ha extendido por la comarca, a pesar de que los expertos creen que está lejos de la realidad
Álvaro Sevilla / LA VOZ, 23 de septiembre de 2015. 
CARMELA QUEIJEIRO Un can pasa por delante de envases que se encuentran
en la puerta de un inmueble situado en las Casas Baratas de Ribeira.
Las garrafas de agua se han expandido por las calles a una velocidad fuera de lo común. Vecinos de todos los puntos de la geografía barbanzana han optado por colocarlas en las puertas de sus casas. En algunos casos recibieron el «chivatazo» de un amigo, en otros, se dejaron llevar por la moda que impuso un vecino. Sin embargo, aquellos que han optado por colocar los recipientes en la fachada de sus casas, dudan de la utilidad del invento. Al igual que los expertos, que podrían entonar el antiguo refrán de «no hay más ciego, que aquel que no quiere ver».
En Ribeira, el barrio de las Casas Baratas se ha sumado al de Bandourrio en la promoción de esta moda. José Castelao Sende es uno de los vecinos que ha querido probarlo. Vecino de A Coruña, viene contadas veces a la ciudad barbanzana. Al llegar siempre se encontraba con la misma imagen, la puerta de casa llena de orín de perro y un olor nauseabundo que le obligaba a limpiar la fachada con agua y lejía día tras día. La medida la tomó prestada de su ciudad de procedencia. «A veces funciona, e outras non», confiesa el coruñés. Él tiene un perro, un pequeño chihuahua que rompe completamente con el mito: «Dende que están postas as botellas, só mexa enriba delas». Sin embargo, Castelao no se decide a retirarlas: «Eu creo que algo se nota».
A pocos metros de la vivienda de Castelao, vive María Dolores Señoráns. Ella también se sumó a la moda de las botellas de agua. No lleva demasiado tiempo con el experimento, «só dúas semanas», señala la ribeirense. Ella sospecha que todo se debe a una moda, vio como sus vecinos colocaban los recipientes y decidió probar: «Por agora estamos a probas. Neste barrio hai xente que baixa aos cans ata as dúas da mañá; é moi molesto porque sempre fan as súas necesidades contra as casas».
La vecina de Ribeira optó por darle un voto de confianza al invento:«Meu irmán é o dono do baixo, díxenlle que probaran, pero creo que non funciona». Señoráns señala una parte del suelo, pegada a una botella, donde ha orinado un perro. «Neste caso non funcionou».
Sentido del olfato
Los expertos aseguran que el sentido por el que se orientan los canes es el olfato, por lo que colocar botellas en la puerta de casa no vale para nada. Hipotéticamente creen que esta leyenda puede funcionar si los animales ven su reflejo en el agua. Esto puede precipitar que salgan ahuyentados, aunque no ocurre con todos los animales.
Alberto Terrón sospecha mucho de que este sistema funcione. Ejerce de veterinario en Ribeira y algunos de sus clientes han probado el sistema y él no quiere romperle la ilusión a nadie. A pesar de que ha escuchado que las botellas son un repelente excelente, se mantiene lleno de dudas.
Remedios caseros
Hay diferentes remedios caseros que se centran en el olfato, por lo que se presupone una mayor utilidad. Uno de los más sencillos es llenar un pulverizador con agua, limón y vinagre. Una vez realizado este primer paso, solo hay que rociar la superficie que interese. A los perros y a los gatos les molesta el olor, por lo que pasarán de largo una vez se acerquen. Es necesario realizarlo con normalidad, ya que los efectos no duran eternamente, mucho menos si se trata de un lugar que está al aire libre. Otra opción es mezclar agua con alcohol, que también hará la misma función que el vinagre y el limón.
Estos remedios se centran en el olfato, de ahí que se pueda extraer que son más realistas que las botellas. Los que prueban el truco de los garrafones no saben si abandonarlo. Al igual que las pastillas de placebo, nunca se puede saber si el efecto es real.
Alternativas Reales: Repelentes ultrasónicos y espráis
Las botellas no son más que el síntoma de un problema que se expande por las ciudades. Muchos barbanzanos se han cansado de que los perros de sus vecinos orinen en sus puertas, por lo que se han agarrado a un clavo ardiendo. El último que han podido atrapar ha sido el truco de la botella, pero su escasa validez científica ha precipitado un auténtico choque con la realidad. A pesar del primer batacazo, en el mercado existen diferentes opciones para pelear contra el problema. 
Los hay de todo tipo, uno de los que más destaca es el repelente ultrasónico. Lo único que hay que hacer es colocarlo en la puerta de casa. El aparato emite unas señales sonoras, imperceptibles para los humanos, que hacen que los animales pasen directamente de largo. También existen diferentes espráis, cuyo olor espantan a los perros. El problema radica en que, en algunos casos, el aroma es tan fuerte que molesta más que el propio orín del animal. 
Uno de los más prácticos es una especie de aspersor que está diseñado para que se incruste dentro de una maceta. El aparato tiene un sensor de movimiento, por lo que cuando aparece un animal por delante, rocía todo lo que encuentra a su paso con un repelente similar al citado anteriormente. De esta forma, el fuerte olor se concentra solo cuando hay movimiento delante de él, sin llegar a molestar continuamente.

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