PABLO PORTABALES 02 de septiembre de 2015.
Varias personas se arremolinaron hace unos días delante del acceso a las galerías de los Olmos, donde se produjo un incendio. Se pararon, no para ver cómo había quedado el inmueble, sino para escuchar al empleado de una empresa de limpieza que mientras hacía su trabajo cantaba una canción de Antonio Molina igual que el legendario intérprete. «Era un coro de gente con los teléfonos móviles grabando. Hasta hubo unos andaluces que me preguntaron si era gallego. Podía haber puesto un gorro en la calle para que echasen dinero», recuerda el operario-cantante, Javier Varela. Tiene 44 años, es de Carballo, pero reside en Arteixo con su mujer y un hijo de 4 años «que también canta y baila», asegura el padre. Dice Javier que canta desde siempre. «Recuerdo a mi abuela que hacía las camas cantando. Creo que eso se ha perdido, quizás por vergüenza, pero antes era muy habitual ver a alguien, por ejemplo, realizando tareas en la huerta e interpretando una pieza», comenta este hombre que se muestra «muy sorprendido», por la repercusión en las redes del vídeo que grabó una viandante que pasó por la calle de los Olmos y colgó en Youtube.
Javier hizo de todo en la vida, y siempre cantando. Soldador de profesión, trabajó en Canarias de mozo de limpieza, de maletero, de recepcionista de un vídeo club... «Mis jefes están encantados porque siempre saben donde estoy porque me oyen, no me puedo escaquear», afirma sonriente. «Hay un repertorio al que tiendes a ir, últimamente se me da por que el Qué bonito de Rosario», asegura el Antonio Molina de los Olmos, que reconoce que le gusta hacer versiones de canciones flamencas. De joven estuvo en una orquesta y ahora, debido a la crisis, no descarta intentar convertir su pasión en algo remunerado.
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