Manu Otero / La Voz, 30/09/2016
En Barcelona, Fernández se enfrentó a cinco ejercicios. El primero fue el yugo, una losa de 165 kilos que cargan sobre la espalda y con la que deben caminar cuarenta metros. A continuación cogió los maletines, 85 kilos, uno en cada brazo, y a caminar. «Como si lleváramos las bolsas de la compra», bromea. La tercera prueba es conocida como el cilindro, «un cacharro redondo muy grande que levantamos sobre los hombros y después sobre la cabeza», resume Eva. Levantamiento de pesos muertos y el pato, una prueba similar al yugo pero con la carga en el pecho, fueron los últimos exámenes que realizó la bailarina de Ponferrada en un evento que se realiza en los cinco continentes y que promueve el actor Arnold Swcharzenegger. Arrastrar camiones o voltear ruedas de tractores son otras pruebas que también domina Eva Fernández.
«Papá, ¿recuerdas cuando veíamos por la tele a esos hombres que arrastraban camiones? Pues mañana voy a hacerlo yo». Así comunicó a sus padres su nueva pasión Eva Fernández (Ponferrada, 1990), la mujer más fuerte de España y la segunda en Europa. El ballet era su forma de vida hasta que el crossfit se cruzó en su camino. ¿La respuesta de sus progenitores? «Fliparon en colores, mi madre solo me decía: 'no te hagas daño'», confiesa entre risas la única strongwoman de Galicia.
El pasado fin de semana vivió su bautismo continental en la meca de los campeonatos de fuerza: el Arnold Classic Europe, que se celebró en Barcelona. «Era la primera vez que competía fuera, aspiraba a lo máximo, pero no me esperaba quedar en tan buena posición», reconoce esta pontevedresa de adopción, que ya se hizo en julio con el cetro nacional y que tiene en las deportistas nórdicas a sus principales competidoras. Aun así, Eva Fernández consiguió doblegarlas con unas pruebas de fuerza absoluta. «Cargamos mucho peso y se trata de levantarlo o arrastrarlo», explica la subcampeona.
En Barcelona, Fernández se enfrentó a cinco ejercicios. El primero fue el yugo, una losa de 165 kilos que cargan sobre la espalda y con la que deben caminar cuarenta metros. A continuación cogió los maletines, 85 kilos, uno en cada brazo, y a caminar. «Como si lleváramos las bolsas de la compra», bromea. La tercera prueba es conocida como el cilindro, «un cacharro redondo muy grande que levantamos sobre los hombros y después sobre la cabeza», resume Eva. Levantamiento de pesos muertos y el pato, una prueba similar al yugo pero con la carga en el pecho, fueron los últimos exámenes que realizó la bailarina de Ponferrada en un evento que se realiza en los cinco continentes y que promueve el actor Arnold Swcharzenegger. Arrastrar camiones o voltear ruedas de tractores son otras pruebas que también domina Eva Fernández.
La pasión de la ponferradina con la musculación y el crossfit fue un flechazo. Con dieciocho años abandonó la ciudad berciana para establecerse en Pontevedra y estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. En las aulas conoció a su actual socio en el gimnasio Crossfit Turoqua, que regentan en la ciudad del Lérez. «Poco a poco empecé a entrenar con él y descubrimos que, para no haber hecho fuerza nunca en mi vida, era bastante fuerte y empezamos a meternos en competiciones», relata la mujer más fuerte de España.
Ni ella es capaz de explicar qué motivó ese paso del ballet a la fuerza bruta. «El cambio de vida, de ciudad, era un momento en el que necesitaba algo más y apareció el crossfit. Me gustó y me llenaba igual que el baile», argumenta Fernández.
Tampoco fue sencilla la adaptación a una actividad deportiva tan diferente. «En lo físico cambié totalmente, pasé de un cuerpo más estilizado a un cuerpo más ancho, gané sobre unos 10 o 12 kilos», añade Eva Fernández que, con 168 centímetros de altura y 75 kilos, es capaz de levantar y arrastrar objetos que duplican su peso.
Un pilar imprescindible en su carrera deportiva es el apoyo de sus amigos y compañeros del gimnasio. «Tener a alguien que te apoye te hace levantar un kilo más o uno menos. Es lo que me motiva y tengo a mucha gente que confía en mí», agradece esta pontevedresa que se gana la vida como monitora del gimnasio y que arrastra a una legión de incondicionales, sus padres incluidos, a cada competición a la que acude.
Aun así, tanta pesa llega a saturar y en esos momentos la danza vuelve a aparecer como la vía de escape de la bailarina más fuerte.
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