Mónica Torres / La Voz, 15/09/2016
ALFONSO VEGA / LA NIÑA GALLEGA QUE ESCALÓ EL NARANJO DE BULNES |
«Me gustan las montañas y dormir bajo las estrellas», dice Alicia Vega. Esta niña de Tui tiene los mismos gustos y sueños que cualquier compañero de su edad, pero ella ha empezado la conquista. Con cinco años acaba de coronar la cima del Naranjo de Bulnes, una de las cumbres más emblemáticas de la Cordillera Cantábrica, de 2.519 metros de altitud. Es la gallega más joven, que se tenga constancia, que haya conseguido alcanzar la tan deseada cima de los Picos de Europa y lo hizo el 5 de septiembre con sus padres, Alfonso y Elena. Así que, la última vez que Alicia durmió al raso fue ese fin de semana en la Vega de Urriellu, camino del pico, situado en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa.
La pequeña montañera, de 15 kilos de peso, portó casi 2,5 de material durante el ascenso y escaló esta cumbre por la vía Directa de los Martínez. «Para ella fue como un juego, algo natural aunque es consciente de que ha hecho algo significativo», explica su padre y mentor.
«Si eres capaz de subir allí arriba, podrás hacer todo lo que te propongas», le dijo su progenitor sin soltarla un momento. No era la primera vez que Alicia se enfrentaba a una montaña, porque desde hace dos años frecuenta con sus padres, amantes de la escalada, el Faro de Budiño y O Galiñeiro. «En agosto escaló el espolón oeste de Peña Ubiña y fue cuando pensé en intentar el Picu Urriellu [Naranjo de Bulnes], porque es una pared de referencia para la comunidad de los escaladores, muy popular», explica el padre.
La familia se puso en camino el primer sábado de septiembre. Alicia hizo también a pie la ruta entre Collado Pandébano y Vega de Urriellu y, tras un merecido descanso hasta el lunes, a cielo abierto, emprendieron la subida. «Escogimos la vía sur para minimizar riesgos, porque es la más protegida y no había gente. Yo iba delante y llevaba las cuerdas de Alicia y de mi mujer, Elena», señala Alfonso. No fue un camino de rosas, pero consiguió escalar la cara sur del pico junto a sus padres en cuatro largos de vía. Hubo momentos de desánimo en el que las fuerzas de Alicia flaquearon. «Perdona cariño, pero así aprenderás muchas cosas», le alentó su madre durante el ascenso.
«Lo más duro no es tanto el desnivel como la pared en sí, que es muy vertical, hay que usar mucho las manos», advierte el padre, que también se inició muy joven en la escalada y tiene una foto ascendiendo Pena Corneira con tres años.
«Alicia subió bien, se cansó a veces y quiso bajar, pero enseguida remontó», recuerda el progenitor. Ni él ni su mujer y, a juzgar por lo que cuenta, tampoco la pequeña aventurera, olvidarán la hazaña.
«Me subí allá arriba y veía todo. Las casas y los pueblecitos parecían muy pequeñitos. No pasé ningún miedo», dijo a La Voz la pequeña gran escaladora. Aquel día le sobraban las palabras. «Al llegar a la cima dijo muy despacio, casi en sílabas, y varias veces seguidas: No me lo puedo creer. Estoy soñando papá», recordaba ayer la familia en su casa de Tui. «Nuestra prioridad no era coronar el pico, era el aprendizaje del ascenso. A ella le gusta hacer un montón de cosas y dice que quiere ser olímpica, y nosotros queremos que aprenda lo que cuesta esforzarse por algo y que crezca en valores como la humildad y el respeto a la naturaleza. También queremos que aprenda a luchar por sus objetivos superando los miedos», valoran sus progenitores, que ultiman una escapada a Los Galayos. «Alicia es menuda, pero ya no es pequeña. La montaña la ha hecho grande», añade su orgulloso padre.
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