María Hermida / LA VOZ, 23/12/2016
CAPOTILLO |
Pin Pon, por mucho que la canción diga que «es un muñeco de trapo y de cartón», en Pontevedra es un payaso. Es el artista callejero natural de Cataluña que hace seis años llegó para quedarse a la ciudad del Lérez. Mañana y tarde, con su inconfundible atuendo de colorines, se sienta en un portal de la calle Peregrina y reparte globos y piruletas a los pequeños a cambio de la voluntad. Pero, cuando llega la Navidad, Pin Pon quiere ser otro. Le gusta convertirse en Papá Noel. Para ello, como contaba anteayer, se deja crecer una larga barba blanca desde el mes de agosto. Realmente, con la barba, el traje y su barriga natural, quien no lo conozca puede llegar a pensar que es el verdadero Papá Noel, el hombre del saco que viene de Laponia a repartir juguetes. Pero a los niños de Pontevedra, que conocen a Pin Pon como si fuese de su familia, él no se la cuela.
«Los niños llegan aquí y me dicen: ‘tú no eres Papá Noel, tú eres el payaso Pin Pon’», explica. ¿Cómo solventa la papeleta? «A los que me descubren le cuento la verdad. Les digo que yo realmente soy un amigo de Papá Noel, que me visto como él para saludar a los niños porque los quiero mucho, pero que el que les traerá los juguetes llegará el día 24».
Pin Pon o Papá Noel, como se quiera, tiene prácticamente horario de oficina en la calle Peregrina. Está de mañana y de tarde. Da igual que haga frío o calor. Que amenace lluvia o que luzca el sol. Él no falla. Y tampoco lo hace su espléndida sonrisa.
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