J. V. Lado / la voz, 28 de febrero de 2015.
Alejado ya del mundo empresarial, Xosé Manuel Barros Hermida, ha encontrado en Camelle (Camariñas) el escenario ideal para dar rienda suelta a su fabulaciones que plasma en piezas artísticas destinadas a convertir los despojos del mar en la mejor arma para frenar las agresiones a las que la actividad y la desaprensión humana somete a este medio fundamental para la vida.
Así un trozo de madera retorcida retirado en Sabadelle, la minúscula puerta al mar de Vimianzo, se convierte «nunha serea que chora bágoas de plástico» y la boca de las garrafas que los marineros cortan y arrojan por inservibles se transfiguran «nas caras feas de contaminación». Son todo instrumentos que, en manos de Barros, atestiguan «a infamia dos nosos pecados». Algunos con una carga simbólica incluso mucho mayor como sus «criaturas caóticas» que simulan una suerte de hormigas y arañas, de componentes y colores que rompen sus características naturales, porque que tratan de representar «unha segunda creación», la que surge de los partículas diminutas a las que la degradación mecánica y química degrada los plásticos y los deposita en los fondos marinos por cientos o miles de años.
«Veñen do petróleo, teñen carbono, así que están conectadas cos humanos. Son fillas da caos e na miña figuración saen del para invadir a terra», detalla Xosé Manuel, que lo que ha invadido, con muy buen gusto eso sí, es la casa llena de ventanas abiertas al mar, que comparte con su esposa, María Xosé López Buján, en la zona más elevada de Camelle, con unas vistas que lo dominan todo. Una vivienda que levantaron hace ahora 10 años en el pueblo en el que encontraron su sitio después de un durísimo golpe familiar. Y que tiene pegado el minúsculo taller donde se amontonan las creaciones de Xosé Manuel, todas con un sentido y con el mismo objetivo que canalizan a través de la asociación ambiental Mar de Fábula, que no es otro que el de infundir respeto por el mal para «non velo como o pañol grande no que todo cabe, senón como a casa común, que temos que reconstruír».
Ahora las expectativas de Xosé Manuel y de la red de colaboradores de Mar de Fábula, que mantiene contactos hasta en Alaska y la Bretaña Francesa, pasan por «crear un punto limpo do mar». Un espacio con el que todavía no cuenta y que serviría para seleccionar una pequeña parte materiales para esta obra artística, que colgaría como mensaje en las paredes, reciclar el resto en lo posible y destruir de forma ordenada lo irrecuperable.
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