La Voz, 26 de marzo de 2015.
MAXIM SHEMETOV | REUTERS |
De Londres a Alaska, en coche, pasando por París y Moscú. Algo inimaginable en estos momentos, pero que podría no serlo tanto si sale adelante el ambicioso plan del encargado de la empresa de la empresa pública rusa Russian Railways, Vladimir Yakunin, que concibe una «superautopista» de aproximadamente 2.000 kilómetros que pasará por Europa, Asia y Norteamérica, a través de una conexión entre los continentes a través del estrecho de Bering.
Según informa el periódico Siberian Times, la propuesta que se presentó hace unos días permitiría una «potente y versátil corredor de comunicación que se uniría a otras redes ya existentes para conectar el Atlántico y el Pacífico, a través del corazón de Siberia y del Lejano Oriente». Para la Academia Rusa de las Ciencias, receptora de la proposición, se trata de una aventura «muy ambiciosa y cara».
A lo largo de esta «superautopista» se construiría, además, una nueva red ferroviaria y se aprovecharía también para la construcción de grandes carreteras, gaseoductos, oleoductos y suministros de agua y electricidad.
Según las estimaciones rusas, si la idea tiene éxito, se prevé la creación de entre 10 y 15 nuevas industrias, ciudades y un enorme número de nuevos puestos de trabajo y serviría, además, para el desarrollo de zonas de Siberia y del Lejano Oriente.
Los costes finales de la «superautopista» serían de varios billones de euros.
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