Será algo así como la madre de todas las colisiones. Un auténtico y titánico choque galáctico. Por un lado, la Vía Láctea, incluido nuestro sistema solar, y, por otro, la galaxia Andrómeda, que poco a poco se va acercando peligrosamente. Que ambos gigantes del universo iban a chocar en algún momento era algo que los astrónomos sospechaban, pero ahora la NASA ha puesto fecha al brutal acontecimiento: ocurrirá dentro de 4.000 millones de años. El cálculo se ha realizado a partir del análisis de los datos aportados por el telescopio espacial Hubble. Pero, pese a la virulencia del impacto, queda un margen para la esperanza: la Tierra y el Sol sobrevivirán muy probablemente a la fusión debido al enorme vacío interno de las dos galaxias. Aunque ya nada volverá a ser igual en el cosmos conocido. Su fisonomía será diferente.
«Será un choque muy violento, justo como ocurren las cosas en el universo». Explicó Roeland van der Marel, astrónomo del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial de Baltimore, que opera el Hubble. «Es como un horrible accidente automovilístico -añadió-, pero en términos galácticos».
La galaxia Andrómeda se sitúa ahora a 2,5 millones de años luz de distancia, pero se aproxima a la Vía Láctea por la atracción de la gravedad mutua y la materia oscura invisible que las rodea. «Después de casi un siglo de especulaciones sobre el destino futuro de Andrómeda y nuestra Vía Láctea, al fin tenemos una idea clara de cómo se desenvolverán los acontecimientos en los próximos miles de años», dijo el también astrónomo Sangmo Tony Sohn.
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