Domingos Sampedro / la voz, 14 de febrero de 2015.
El caso de las vacas multadas en A Sionlla, un lugar salpicado de prados y casas aisladas ubicado a las afueras de Santiago, se coló ayer en el menú del Parlamento gallego, suscitando un vivo debate entre los diputados sobre la conveniencia o no de sancionar a los propietarios del ganado que defeca en la vía pública del rural, del mismo modo que multa en la ciudad a los dueños de perros que no recogen las cacas.
La discusión se produce justo cuando Jorge Piñeiro, el ganadero con el que estalló la polémica, acaba de recibir la segunda propuesta de multa del Concello de Santiago -también de 750 euros- porque sus frisonas tuvieron la ocurrencia de dejar un rastro fecal por donde pasaron.
Tereixa Paz, diputada del BNG, fue la encarga de elevar el asunto a la Cámara para reclamarle a la Xunta que promulga una norma de rango superior a las ordenanzas locales que puedan exonerar a Jorge Piñeiro y a su ganado de las sanciones, pues puede sentar un precedente peligroso para otros muchos enclaves rurales colindantes con áreas urbanas.
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