Los policías del municipio de A Pobra tuvieron un fin de semana para olvidar. Detuvieron a tres personas por atentado a la autoridad. Una de ellas, un goloso con bastante mala uva.
El sábado a última hora, los dos agentes municipales de servicio recibieron la llamada de la dueña de una pastelería, que les decía que un hombre se le había metido dentro del mostrador y se estaba atiborrando a pasteles y bombones. Ni ella ni la dependienta eran capaces de pararlo, pese a que no parecía tener intención de pagar lo que se estaba zampando.
Los agentes se imaginaron que, al oír que llamaban a la policía, el goloso saldría a toda pastilla. Así que les sorprendió bastante cuando llegaron al local y el hombre continuaba allí.
Le pidieron que se identificase y se negó. A lo sumo, les dijo que era «Ramón e punto». Al indicarle que al no facilitar más datos tendría que acompañarlos, el hombre, tal y como contaba ayer uno de los agentes, «empezou a soltarpuñetazos e bofetadas sen parar». Como vieron peligrar la cristalera del local, los agentes lo sacaron a la calle, donde lograron tirarlo al suelo. Pero se zafó de la esposa que le habían puesto en una muñeca y empezó a combinar los puñetazos con las patadas. A uno de los agentes le hizo un esguince en un dedo, y al otro le hinchó un labio. Al final, volvió al suelo, acabó esposado, y se le cayó del bolsillo una navaja. Luego, durmió a la sombra, no por su atracón gratuito, sino por atentado a la autoridad. Ayer quedó libre con cargos.
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