El autor dibujó los mismos elementos que Leonardo, incluso los que nos son visibles en la superficie
MILA TRENAS / EFE 21 de febrero de 2012
Las conclusiones obtenidas sobre la copia de La Gioconda del Museo del Prado permiten imaginar a Leonardo da Vinci en su taller, pintando a la Mona Lisa, mientras uno de sus discípulos de mayor confianza ejecutaba, siguiendo los pasos del maestro, esta otra obra.
Desde el dibujo preparatorio hasta casi los últimos estadios, el discípulo, trabajando junto al caballete del maestro, repitió el proceso creativo en todos sus pasos, aunque sin pretender hacer pasar esta obra por la original que se muestra en el Museo del Louvre.
La restauración llevada a cabo en el Prado, en la que se ha eliminado el repinte negro que cubría el fondo y se ha recuperado el paisaje original, ha despertado gran interés entre los expertos y los medios de comunicación de todo el mundo, que llenaron el auditorio durante la presentación de la obra, que luce en su forma original en la sala 49 del museo.
Los estudios y la posterior restauración realizados por Ana González Mozo, del gabinete de Documentación Técnica del Prado, y por Almudena Sánchez Martín, restauradora del museo, evidencian un proceso paralelo de elaboración de las obras del Prado y del Louvre.
Las figuras son prácticamente iguales en dimensiones y formas y cada una de las correcciones del dibujo original se repiten en la obra del Prado: la transformación del contorno de la cintura, la posición de los dedos, el contorno del velo y el de la cabeza e incluso ajustes de los perfiles de las mejillas y el cuello.
Los estudios sobre el «duplicado» permiten comprobar que el autor de la tabla dibujó los mismos elementos que Leonardo, incluso los que nos son visibles en la superficie pictórica.
El Museo del Louvre pidió hace dos años al Prado que estudiara la copia con vistas a su exhibición en la exposición que el museo parisino inaugurará el 29 de marzo en torno a la obra de Leonardo Santa Ana.
«Los trabajos han dado un resultado cuanto menos sorprendente», en opinión de Gabriele Finaldi, director adjunto del Prado, quien destacó la repercusión mundial que ha tenido el descubrimiento de que «la Gioconda francesa tiene una gemela en el Prado».
Procedente de las colecciones reales españolas, la obra del Prado «no tenía ventana ni paisaje. Los estudios permitieron descubrir su presencia y su buen estado de conservación. Vimos que podíamos quitar la capa sin peligro, y hacerlo fue una auténtica revelación».
La intervención y los estudios «han proporcionado pistas para un mejor conocimiento del cuadro del Louvre, así como detalles difíciles de percibir en la obra original. Estamos al principio de un proceso más amplio de investigación», según Finaldi.
Por las características del cuadro del Prado «se trata de un pintor preciso y relamido en su ejecución» y como hipótesis se barajan los nombres de los milaneses Salaï (1480-1524) y Francesco Melzi (1493-1572/73), los alumnos de más confianza del maestro.
La «gemela» del Prado, en la que no se ha empleado la técnica del sfumato y que, a diferencia de la del Louvre, tiene cejas, se mostrará al público durante tres semanas y posteriormente viajará a París. A su regreso se mostrará en la sala 56-B catalogada como «La Gioconda, taller de Leonardo».
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