D. M. / COLPISA, 10/04/2017
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| EDUARDO PEREZ |
Los fritos son un puntal de la cocina italiana. Bacalao, pescaditos, mozzarella, aceitunas rellenas de carne o flores de calabaza son algunos de los alimentos que se consumen crujientes tras darse un baño caliente en aceite después de vestirlos con un traje de pan rallado. Los fritos gustan a casi todo el mundo, pero presentan un problema: si los preparas en casa te dejan la cocina echa unos zorros, con salpicaduras de aceite por doquier y, sobre todo, un pestazo a fritanga que no hay extractor que disuelva. No queda más remedio que abrir la ventana de par en par y confiar en que los vecinos no se tomen a mal que los atufes un poco. En Italia tomarse esas confianzas puede significar cometer un delito, pues el Tribunal Supremo ha condenado a una familia por las «molestias olfativas» que causaban a sus vecinos. La llamativa sentencia no conlleva pena alguna porque el crimen ha prescrito, pero abre el camino para condenas futuras. La multa prevista es de 2.000 euros.
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