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martes, 2 de diciembre de 2014

Una tapería, a la búsqueda del cliente que perdió un diente

El implante fue localizado el viernes después de una intensa búsqueda por el local y cuando su «propietario» ya no estaba
López Penide / La Voz 02 de diciembre de 2014
Que el cliente de un bar se olvide una cartera, un bolso o un móvil puede ser hasta cierto punto normal o habitual, lo que ya no lo es tanto es que lo que se pierda sea un implante dental con tornillo y todo. Pero esto es precisamente lo que ocurrió el pasado viernes en el El Bocaíto. Y desde esa noche, el propietario de esta conocida tapería del casco histórico capitalino, Adolfo Antelo, Fito, trata de localizar a su propietario.
Aquella noche, el empresario se percató de que algo pasaba cuando un joven, que estaba en la barra, se giraba y hacia gestos de estar buscando algo por el suelo. «¿Qué has perdido?», le preguntó el hostelero, quien percibió que su interlocutor, «al principio, parecía que no quería decir lo que era». No obstante, no pasó mucho tiempo hasta que finalmente confesó que el objeto de sus desvelos era una prótesis dental.
Inmediatamente, un grupo de clientes se sumó a la búsqueda la pieza. Se revisó hasta el último rincón de la tapería -«miramos y miramos... Éramos siete u ocho personas buscando el diente»- sin resultado positivo. De hecho, en un momento dado, Fito se dirigió al cliente: «Seguro que lo tragaste», a lo que esté le replicó que «no, tenía tornillo». Y lo cierto es que, como señala Antelo sin perder la socarronería, «un tornillo, al tragar, se nota más».
Cuando ya se daba por perdido el implante, un primo del propietario de El Boaíto lo encontró, pero el joven ya se había ido del establecimiento. «Ahora lo tenemos guardado», precisó, así como apuntó que su propietario, al igual que los amigos con los que iba, es un cliente hasta cierto punto habitual de su tapería -«si los veo, los conozco»-.
Sin embargo, el problema con el se encuentra desde la noche del viernes es que desconoce cómo puede contactar con ellos para devolverles el incisivo, «que cuesta lo suyo, seguro que un pastón». Ante esta tesitura, Fito no dudó en realizar un llamamiento público para, de este modo, poder localizar al joven o a cualquiera de sus allegados, entre otras cosas, «porque, a lo mejor, lo está pasando mal para comer».

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