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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Un Robin Hood chapucero en Marín

Roban siete gallinas de un corral y las dejan decapitadas en una bolsa a la puerta de un comedor social
Marcos Gago / La Voz 10 de diciembre de 2014
Acababa de salir el sol cuando a una patrulla de la Policía Local del municipio pontevedrés de Marín le llamó la atención una bolsa vieja de lona a la puerta del comedor social de la rúa da Roda, en pleno centro urbano y al lado de un colegio. Cuando la abrieron y vieron su contenido se llevaron una sorpresa. Lejos de ser ropa, que a veces dejan los vecinos para Cáritas, o botellas de leche o aceite para el comedor, lo que se encontraron fueron siete gallinas degolladas. Era un hallazgo sin precedentes, un donativo inesperado que la comunidad que regenta el comedor no aceptó. Primero porque se desconocía su procedencia y segundo porque todo parecía muy raro.
El día anterior Ignacio Villanueva, un vecino del lugar de Coirados, en el extrarradio de Marín, entró en el corral de una finca donde guarda sus gallinas y vio que la reja del cobertizo estaba reventada. Dentro, encontró un espectáculo macabro, digno de una pintura negra de Goya y que bien podía servir como inspiración para Jack el Destripador. Había sangre por el suelo y las cabezas de unas once gallinas, tiradas por entre las jaulas. Estaban las cabezas, pero faltaban los cuerpos.
Los ladrones «apalancaron con todo», relata. «Entraron polo río, por onde non os podían mirar, e tiveron que estar o seu tempo, porque primeiro tentaron romper a fiestra con madeiras e logo botaron man dunha barra de ferro», añade. Por suerte, no consiguieron atrapar a todas las aves que había en el corral, porque no llegaron a romper la puerta, sino que las cogían con la mano desde los huecos que hicieron en las rejas. Ayer aún quedaban manchas de sangre en el suelo, pero Villanueva reforzó la ventana del corral con doble enrejado. Por si acaso.
Ante estos dos hechos, no hacía falta ser un lince para hallar una relación entre el asalto al corral y la bolsa del extraño donativo ante el comedor social. Ignacio Villanueva tuvo que ir a la Policía Local para identificar sus gallinas, mientras los agentes continúan con la investigación.
«Eu creo que foron uns chavales que viñeron roubar, e que cando chegaron á casa, lles dixeron que se desfixesen delas e as levaron ao comedor por se se podían aproveitar», explica. Otros de sus vecinos creen que pudo ser solo por hacer daño, mientras que más de uno, ya en la villa, bromeaba jocosamente con lo insólito del caso. Desde luego, si se trató de una especie de Robin Hood, que quiso llenar la despensa del comedor, no pudo hacerlo peor. Las gallinas estaban inservibles. Cuando Villanueva las recuperó señala que no le quedó otra salida: «Tireinas».

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