AFP 21 de marzo de 2013
El satélite europeo Planck, lanzado en el 2009 a la búsqueda de la primera luz emitida después del Big Bang, reveló el jueves la imagen más precisa jamás realizada de los primeros momentos del universo.
«Hemos osado mirar el Big Bang de muy cerca», lo que ha permitido «una comprensión de la formación del universo» veinte veces mejor que antes, se congratuló el director general de la Agencia Espacial Europea (AEE), Jean-Jacques Dordain, al presentar los primeros resultados de Planck en París.
Salvo algunas anomalías que harán trabajar a los teóricos durante semanas, «los datos de Planck corroboran de manera espectacular la hipótesis de un modelo de universo relativamente simple», plano y en expansión, precisó la AEE.
Permitieron asimismo a los científicos un mayor conocimiento de la «receta cósmica», los diferentes componentes del universo.
Es verdad que esta carta «se asemeja un poco a un balón de rugby maltrecho o a una obra de arte moderno, pero puedo asegurarles que ciertos científicos podrían haber cambiado a sus hijos por esta imagen», bromeó George Efstathiou, astrofísico de la Universidad británica de Cambridge, que comentó los resultados de Planck en la sede de la AEE.
«Se trata de una imagen del universo tal cual era 380.000 años después del Big Bang» solamente, cuando su temperatura rozaba los 3.000°C, recalcó.
Antes de ese momento, el universo tenía una temperatura tan alta que ninguna luz podía salir de él.
Planck captó pues, en la integridad del cielo, la traza fósil de los primeros fotones (partículas elementales de luz) que surgieron del cosmos y que viajaron durante más de 13.000 millones de años para llegar hasta nosotros.
Esa irradiación fósil es ahora sumamente fría, con 3°C más del «cero absoluto» (-273°C). Es invisible, pero puede ser detectada empero en la gama de las ondas radiales.
La radiación de fondo cosmológica (CMB) presenta ínfimas fluctuaciones de temperatura que corresponden a regiones de densidad levemente diferente y portan en ellas el germen de todas las estrellas y las galaxias que conocemos.
Para poder medir esas ínfimas fluctuaciones, con una precisión de cerca de un millonésimo, y eliminar todas las señales parásitas emitidas por la Vía Láctea y las otras galaxias, el instrumento de alta frecuencia HFI del satélitePlanck debió ser enfriado hasta una décima de grado por encima del cero absoluto.
Esa proeza tecnológica, hecha sin gravedad y en el vacío, «no tiene equivalente» y «ningún artefacto espacial podrá sobrepasarla en mucho tiempo», señaló Jean-Jacques Dordain.
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