A simple vista es algo inofensivo. Parece una inocente pistola de plástico, pero no lo es. Dispara balas de verdad y con el mismo peligro que un arma de fuego convencional. Se llamaLiberator y es la primera pistola fabricada con una impresora en tres dimensiones, una tecnología que abre infinitas posibilidades en ciencia, la industria e incluso en la medicina, pero que también puede tener su reverso negativo si cae en malas manos.
El debate sobre el control de las armas de fuego se ha abierto después de que Cody Wilson, un estudiante de Derecho de Estados Unidos, fabricase una pistola, compuesta por dieciséis piezas impresas en plástico, diseñada para disparar balas estándar, con cañones intercambiables para diferentes calibres. Para su ensamblaje se utilizó un único clavo. Wilson, que creó un movimiento denominado Defense Distributed, es un activista defensor del uso de las armas y está dispuesto a difundir un vídeo en Internet con las instrucciones y los planos necesarios para reproducir en casa una pistola a partir de una impresora 3D.
«Creo que mucha gente no esperaba que esto se pudiera hacer», explicó Wilson, de 25 años, en declaraciones a la BBC, al tiempo que lanzó un mensaje cuando menos cuestionable: «Hay demanda de armas. Estados de todo el mundo dicen que no se puede tener una. Pero eso ya no es verdad. Veo un mundo en el que la tecnología permite tener lo que uno quiera. Ya no depende de los actores políticos». Su creación es totalmente legal, ya que recibió un permiso de fabricación y venta en Estados Unidos. Eso sí, para cumplir la ley tuvo que introducir una pieza de metal para que la pistola pueda ser descubierto por un detector de metales.
No es tan fácil
Sin embargo, fabricar un revólver o un rifle mediante una impresora 3D no es algo asequible para cualquiera, pese a que Wilson se lo intente poner fácil. Primero, porque no lo ha hecho con una impresora común, sino con una profesional, cuyo precio puede alcanzar los 40.000 euros, aunque el estudiante tejano adquirió la suya en la tienda Ebay de Internet por menos dinero, unos 6.000 euros. También tuvo que dedicar muchas horas de trabajo y no lo logró a la primera. Antes le explotaron muchas pistolas, con el riesgo que supone. Mejor no intentarlo.
Sea posible lograrlo o no, los movimientos antiarmamentistas de Estados Unidos ya ha mostrado su preocupación. «Estas armas podrían caer en manos de personas que no deberían tenerlas, como delincuentes o enfermos mentales», dice Leah Gunn, de New Yorkers Against Gun Violence.
Lo que sí está claro es que la tecnología 3D ofrece infinitas posibilidades para mejorar la calidad de vida, lo que, según los expertos, no debería obviarse por episodios como este. Mediante impresoras 3D se han obtenido orejas artificiales, tejidos parecidos a los humanos y se está trabajando en la obtención de vasos sanguíneos. Es solo una minúscula muestra de las ventajas de una innovación que la propia Agencia Espacial Europea cree vital para la futura colonización de otros planetas. «Es una tecnología con enormes posibilidades y aspectos positivos que en ningún caso se puede intentar demonizar. Sería como prohibir los coches porque unos borrachos tienen un accidente», explica un ingeniero industrial gallego que fabricó una impresora 3D.
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