Efe 22 de mayo de 2013
Cada año mueren en España en torno a 380.000 personas, de las cuales un 25 por ciento son incineradas, un proceso traumático y lleno de emociones, que la empresa Cenizia quiere poner en valor. El «recuerdo y la esperanza» se pueden unir desde ahora en imágenes o retratos diseñados con la ceniza de los seres queridos que ya no están entre nosotros.
Cenizia, con sede en Valladolid, ofrece «un servicio alternativo más» dentro del sector de las pompas fúnebres, en el que se conjugan el modelo de negocio y de labor social, pues el siete por ciento del precio del retrato confeccionado se destina a distintas oenegé, que el propio cliente puede elegir.
Hasta el momento, algunas de las organizaciones colaboradoras con este proyecto son Save the Children, la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer y la Federación de Asociaciones de Implantados Cocleares de España (Aice).
El artista, muralista y cofundador de Cenizia, Daniel Yordanov asegura que lo que proponen es «la mejor paradoja y manera de que la muerte de alguien impulse la vida. Cubrir con la falta de una persona la necesidad de otra» -en referencia al apoyo a oenegé-.
El proceso de creación de estos retratos es «totalmente artesanal» y es «el primero existente» que se hace «únicamente» con la ceniza del fallecido en España sin otro tipo de complementos, pero especialmente con un tratamiento «respetuoso y personal, que quiere servir para aliviar el dolor de las personas».
Al tratarse de un «proceso natural», los responsables de esta iniciativa aseguran que es «completamente tolerante con el medio ambiente», y afirman que la conservación de las imágenes, selladas en su correspondiente marco, incluido en el servicio, puede alcanzar los quinientos años.
«Al ser una imagen que permanece tanto tiempo se puede convertir en un tesoro para la familia durante muchas generaciones. No se pierde el vínculo emocional como pasaría con una urna», ha opinado Yordanov.
Aquellas personas que decidan optar por esta alternativa ante el fallecimiento de un ser querido recibirán por correo una serie de cajas de madera habilitadas para introducir en ellas los 250 gramos de ceniza necesarios para la elaboración de un cuadro.
Después de ser precintadas, y siempre adjuntando una copia del documento de incineración, un mensajero recoge el paquete en el domicilio y lo lleva a Valladolid, donde trabaja el equipo de esta empresa, que convierte las cenizas en arte en un tiempo estimado de cuatro a diez semanas.
Para que los familiares tengan total confianza en el tratamiento que reciben los restos del finado, a la llegada de las cenizas al taller de la empresa, el proceso de apertura del contenedor se graba y se puede ver incluso por videoconferencia, han explicado sus impulsores.
Los precios de este recuerdo tan particular oscilan entre los 290 y los 1.800 euros, dependiendo del tipo de servicio requerido, su tamaño y complejidad.
Cenizia nació como tal hace catorce meses en Valladolid, pero no ha sido hasta hoy cuando se ha dado a conocer al público ya que sus responsables han querido antes «asegurar correctamente» todo el trabajo de infraestructura, logística y trámites jurídicos, para que aporten «transparencia y confianza» al cliente, ha precisado Yordanov.
El objetivo de la empresa -compuesta por dos letrados y un equipo de cuatro especialistas en frescos policromados- es desde ahora llegar a las funerarias y crematorios de toda España, pero también a las del continente americano, especialmente en México, donde ya ha comenzado a introducirse, y a países como Colombia o Estados Unidos.
Los responsables de Cenizia afirman que para pueblos como el mexicano es más fácil aceptar este tipo de tratamientos con sus fallecidos, ya que la cultura allí respecto a la muerte es «totalmente diferente y más alegre» a la que hay en España. Ahora esperan que también aquí, este recuerdo que remueve las cenizas, encuentre poco a poco esas brasas que mantienen el calor.
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