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miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Es bueno comer insectos?

Los expertos destacan sus nutrientes, pero advierten de que deben proceder de criaderos para evitar sustancias tóxicas
Alfonso Andrade / La Voz 15 de mayo de 2013
Ya lo decían los protagonistas de El rey León: «Viscoso, pero sabroso». La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se descolgó esta semana con la recomendación generalizada de comer insectos por su alto valor nutritivo y por ser una alternativa contra el hambre en el mundo. Pero lo que en otras zonas del planeta es un hábito gastronómico milenario (México, Tailandia...), en España y otros países occidentales supone un abrupto choque cultural.
El estudio de la FAO se basa en otro titulado Aspectos nutricionales de la composición y seguridad de insectos comestibles, elaborado este mes por el Instituto de Ingeniería Agrícola Potsdam-Bornim, de Alemania. Defiende este trabajo que la entomofagia representa para el organismo un aporte «especialmente rico en proteínas», y detalla una compilación de «236 nutrientes», además de «aminoácidos y ácidos grasos poliinsaturados, vitaminas y minerales».
Cobre, hierro, magnesio, manganeso, fósforo, selenio, zinc, riboflavina, ácido pantoténico, biotina o ácido fólico son algunas de las excelencias reverenciadas por los expertos. Pero estos son cautos sobre la incorporación de los insectos a la dieta del hombre occidental. María José Servia, profesora del área de Zooloxía de la Universidade da Coruña, tiene claro el «excelente» aporte nutricional que poseen y su capacidad proteica. Sin embargo, advierte sobre las consecuencias de un consumo irresponsable, que podría traducirse en alergias y en la incorporación al organismo «de sustancias tóxicas». Por ejemplo, insecticidas.
No es conveniente alimentarse de insectos recogidos en el campo, «que pueden tener esas toxinas o parásitos». Su procedencia debe ser de criaderos -por lo general están lejos de España- y estar controlada a nivel sanitario. Además, alude a una cuestión «cultural»: La falta de hábito nos hace más vulnerables ante posibles alergias y otras reacciones que los individuos de pueblos que ingieren insectos de manera habitual.
Grillos, saltamontes, hormigas o termitas son productos de consumo frecuente en muchos países y que abundan también en Galicia, pero «sería necesario un estudio para precisar las cualidades específicas de nuestras especies, que son distintas», precisa Servia. Esa falta de cultura ha minimizado las iniciativas gastronómicas en España. Además, los restaurantes se ven obligados a importar el producto. Pero son varios los locales que en los últimos años han ofrecido risotto de grillos y saltamontes o el exquisito escorpión macerado en coñac. La mayoría están cerrados.

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