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domingo, 19 de febrero de 2017

Mamá Clotilde, la mujer que fue capaz de iluminar a todo un pueblo

En 1907 puso en marcha una central que hizo que Ponte Caldelas tuviese luz solo 19 años después de Pontevedra
María Hermida / LA VOZ, 19/02/2017
CAPOTILLO
Bea y José Miguel Estévez reciben en la casa verde; en una vivienda de Ponte Caldelas que recuerda a la arquitectura indiana y que fue levantada por sus bisabuelos, José Estévez y Clotilde Fernández, mamá Clotilde. Van a contar la historia de esta mujer. Y la van a contar, principalmente, por un motivo: por hacer justicia con la historia de una mujer que se atrevió a ser emprendedora y visionaria a principios del siglo pasado. Hablan ellos mientras hacen una visita guiada por la casa, por los molinos y por una vieja central eléctrica que rodean el inmueble. Ahí, en ese último espacio, donde una antigua turbina está rodeada de andamios para ser reparada, es donde empieza todo. Porque fue mamá Clotilde la que, como ellos explican, en 1907, logró poner a funcionar esa central para dar luz a Ponte Caldelas solo diecinueve años después de que Pontevedra la tuviese. Ella, con esa iniciativa, fue la que puso el germen de una empresa familiar, Los Molinos, que, aunque adaptada a los nuevos tiempos, todavía sigue operando como distribuidora de energía.
Bea y José Miguel no llegaron a conocer a mamá Clotilde, que murió poco después de los cincuenta años después de haber traído al mundo a diez hijos. Pero sí tienen claro qué fue lo que hizo. Cuentan ellos que estaba casada con José Estévez, médico de Pontevedra y luego alcalde de Ponte Caldelas. Dicen que a él nunca le interesaron demasiado los negocios, y que en cambio ella sí llevaba una gran emprendedora dentro. La familia, en los terrenos pegados al río Verdugo donde está la casa verde, había tenido curtidurías y después aserraderos, cuyas instalaciones todavía pueden verse actualmente a orillas del cauce. Ella, aprovechando el agua que llegaba a los siete molinos, decidió que había llegado el momento de apostar por la electricidad. «Se cegaron varios molinos y se pasó a producir energía. Por la noche se producía electricidad y por el día la fuerza del agua se aprovechaba para serrar la madera», explican los bisnietos. En la que fue la vieja central todavía pueden verse las palancas que se accionaban para dar luz al pueblo. Estaba divididos en tres zonas: Puente, Portugalete y Caldelas.
Mamá Clotilde, que luce con porte sobrio en un retrato que cuelga en una de las paredes de esa casa verde por fuera y blanco inmaculado por dentro -puertas incluidas-, además de ser la mujer que encendió la luz de Ponte Caldelas, dejó otras pistas de su carácter singular. Por ejemplo, ella nunca se marchó a la emigración. Sin embargo, la casa que levantó para vivir con su marido y sus hijos recuerda a la arquitectura indiana. ¿Por qué? «La encargaron de estilo modernista, suponemos que les gustaría», dicen. La terminaron en 1895. Y ahí sigue; de color verde y en pie.
Aunque ella era el alma máter de los negocios, los contratos llevaban la firma del marido
Oficiosamente, y tal y como cuentan sus descendientes, mamá Clotilde fue el alma máter de la eléctrica Los Molinos. Pero sus tiempos no eran buenos para el emprendimiento femenino. Y tanto que no lo eran. Los contratos están firmados todos por su esposo, José Estévez. «Imagínate la situación, en aquel momento ella ni siquiera tenía derecho a voto, como el resto de las mujeres. Así que sería impensable que los contratos estuviesen a su nombre. Los firmaba su marido, pero sabemos que la que se encargaba de los negocios era ella. Su madre, mamá Gumersinda, era la propietaria de estos terrenos, y ella fue la que puso en marcha las distintas actividades. Nuestro bisabuelo vino de Pontevedra, era médico y luego fue político, pero no se ocupaba de esto», señala José Miguel Estévez.
Aunque la igualdad siga resistiéndose en muchos aspectos, afortunadamente, los tiempos cambiaron. Y Bea Estévez, bisnieta de Clotilde, está continuando el legado emprendedor de su antepasada sin que nadie haya de firmar por ella. «Si te fijas es la misma situación que se dio con mamá Clotilde, ambas están siendo visionarias porque apuestan por lo más avanzado en cada momento que les tocó vivir», explica su primo José Miguel mientras Bea se sonroja. Y es que Bea es una de las impulsoras de Áurea Energía y Telecomunicaciones, una empresa que apostó por la fibra óptica y le está dando servicio a todo Ponte Caldelas y a los polígonos de O Campiño y A Reigosa. «Es un proyecto innovador e interesante y a mí me está gustando participar en él», señala Bea sentada a las puertas de la encantadora casa de mamá Clotilde, que lleva sin habitantes desde que murieron unas tías de Bea y José Miguel, que fueron las últimas que ocuparon ese hogar a orillas del río Verdugo.

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