R. Romar / LA VOZ, 22/02/2017
MONICA IRAGO |
Un paseo por cualquier playa o ría de Galicia en marea baja es una experiencia que invita al sosiego, solo que la placidez puede verse alterada en un primer momento por un desagradable olor semejante al de verduras podridas. ¿A qué huele el mar, la costa? Literalmente, a azufre. Y la explicación es sencilla y bien conocida: las bacterias marinas se dan un auténtico festín a cuenta de una de las moléculas de azufre más abundantes en la Tierra, el dimetilsulfonopropionato (DMS), que se encuentra en las algas y en el fitoplancton. Su degradación provoca, a su vez, que se desintegre, con lo que se libera un gas, el sulfuro de dimetilo (DMSP), que no solo es el causante del mal olor, sino también un precursor de la refrigeración del clima, puesto que es el responsable de que se aumente el tamaño de las nubes al incorporar nuevas gotas.
Esto es lo que se había pensado desde que esta molécula de azufre empezó a estudiarse hace más de 50 años, pero a este conocimiento hay que añadirle ahora una nueva variante: los microorganismos marinos no solo devoran la DMSP, sino que tienen la capacidad de sintetizarla, de producirla de forma natural. Es lo que ha descubierto un equipo de científicos de las universidades de East Anglia (Reino Unido) y OUC (China), en un trabajo publicado en Nature Microbiology en el que ha participado de forma destacada la bióloga gallega Ana Bermejo Martínez, formada en la Universidade de Santiago. El hallazgo tiene gran importancia por el papel que el sulfuro de dimetilo ejerce en la regulación del clima, ya que un aumento en el tamaño y densidad de las nubes reduce, a su vez, la cantidad de luz solar que llega a la superficie del océano y se produce un enfriamiento. Puede alterar el balance de la radiación que llega a la superficie terrestre y, en este caso, jugaría un papel importante en la regulación climática a escala global, puesto que ejerce una acción contraria al efecto invernadero. O, lo que es lo mismo, ayuda a evitar que se dispare aún más el calentamiento global.
Pero estas mismas nubes son vitales en el movimiento de grandes cantidades de azufre de los océanos a lo tierra. «É o ciclo do xofre, que non é tan coñecido como o do carbono ou o nitróxeno, pero que tamén é moi importante. Cando vai a atmosfera, este gas forma as nubes, que poden reflectir o sol, o que produce un efecto de arrefriamento local. Logo estas nubes viaxan á terra arrastradas polo aire, e cando chove caen a terra e, de novo, o sulfuro é levado ao mar polos ríos», explica Bermejo.
Tratamiento para la artrosis
«Nuestro descubrimiento de que el DMSP es producido por muchas bacterias marinas podría significar que se ha subestimado significativamente tanto la producción de esta molécula como los efectos que está teniendo en el medio ambiente», subraya Jonathan Todd, de la Universidad de East Anglia y coordinador del estudio.
Pero el hallazgo también tiene otras implicaciones importantes, tanto en el ámbito médico como en el biotecnológico, que se derivan de la identificación del gen responsable de producir la molécula de azufre. «Agora poderemos utilizar o xen para crear en laboratorio o DMSP de forma máis sinxela, o que terá aplicacións biotecnolóxicas», apunta Bermejo. La molécula, por ejemplo, también se está probando en medicina por su potencial antiinflamatorio para el tratamiento de la artritis.
Pero, ¿y si se consigue producir el sulfuro de dimetilo a gran escala, podría llegar a modificar el clima? La investigadora de A Coruña cree que no. «Non sería posible afectar o clima, pero si nos pode permitir entender mellor os mecanismos de formación das nubes», asegura.
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