Etiquetas

Hay gente para todo (1132) Documentos (1043) ambiente (574) Tecnología (474) Música (360) Ciencia (329) Animales (270) Informática (189) Música para una cuarentena (86) Bicicleta (64) Humor (53) cocina (38) de viaje (22) Fotografía (19) Historia (18) Chapuzas (17) Opinión (11) arquitectura (9) Arte (8) Salud (8) Retro (4)

Panorama

Otras formas de ver el blog

Otras formas de ver el BLOG: TIMESLIDE / MOSAIC / FLIPCARD / SNAPSHOT

viernes, 14 de noviembre de 2014

Zorros con hambre de balón

Una raposa y sus dos crías acuden cada día al campo vigués del Coruxo en busca de comida. Para los clientes, han pasado a ser mascotas del club
Begoña R. Sotelino / la voz 14 de noviembre de 2014
El campo de Fragoselo, complejo deportivo del Coruxo Fútbol Club, el segundo equipo de Vigo, cuenta desde hace un par de meses con tres socios nuevos en sus instalaciones. A pesar de la fama de taimados que les precede, han conquistado a los jugadores de las categorías inferiores y los clientes de la cantina. Se trata de una zorra y sus dos crías que cada día acuden a la cantina del estadio con una pachorra y ausencia de miedo que sorprende a propios y a extraños. Venancio Suárez, utillero de este club vigués con más de 80 años de historia cuyo primer equipo compite en Segunda B, es uno de los que más se ha encariñado con ellos, ya que los ve habitualmente al ir a recoger a su mujer, Teresa, que es la encargada del bar.
Normalmente aparecen por las noches, pero también de día. «No deja de ser llamativo porque son salvajes, no se criaron en cautividad», recuerda. Como la construcción del campo es reciente, su teoría es que tenían su madriguera por allí y cuando realizaron las obras se la llevaron por delante. «La madre los cambió de sitio y como vivían junto a la gente se fueron acercando, van a la comida fácil», argumenta.
Los primeros que los vieron se quedaron alucinados, pero ahora ya ni los raposos se asustan de los humanos ni estos de los ellos. Merodean y se aproximan como si fueran cachorrillos de yorkshire, tan panchos. «Es curioso -apunta el utillero- porque la madre no entra. Espera fuera del recinto a sus hijos. Uno es una hembra y es como un perrito, te viene a lamer la mano y es súper dócil», afirma el encargado del material, que por otra parte indica que tampoco pierden su instinto travieso. «Ellos vienen a alimentarse y cuando están satisfechos se van, pero si quedan por allí una red de balones vacías y o unos petos tratan de llevárselos», comenta.
Los asiduos al campo ya los han adoptado como mascotas, aunque hay límites. «Les puedes dar comida en la mano y no te hacen nada, pero no se dejan acariciar», advierte Venancio, que es de los pocos que se acercan mucho. «Es increíble el semblante que tienen, esos ojos...», dice.
El que lleva peor esta nueva amistad es el encargado de la limpieza, que tiene que recoger alguna que otra deposición, pero Venancio asegura que son limpios, están sanos y en el fondo está apenado. «Por otro lado es triste, porque lo que tienen que hacer es cazar. Lo malo es que venga un desalmado, que los hay, y le dé por pegarles un tiro», se teme. Pero espera que eso no ocurra. «Son listos y cuando hay mucha gente evitan el tumulto», afirma.

No hay comentarios: