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lunes, 20 de enero de 2014

¿Por qué se derrama la cerveza al golpear el cuello de una botella con la base de otra?

Investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid descubren el origen de este proceso físico, que podría tener aplicaciones en la industria naval o en la vulcanología
COLPISA   20 de enero de 2014
Un grupo de colegas del trabajo terminan su jornada laboral y se marchan al bar más cercano a tomar unas cervezas. Conversan de todo y de nada, del fútbol y de la política y de los últimos chismorreos de la oficina. Hasta que uno de ellos hace la broma de golpear el cuello de una botella con la base de otro botellín. La espuma se derrama, lo cual plantea una cuestión a los colegas. ¿Por qué pasa? Entre otro grupo de personas alguien hubiera dicho «porque sí» como respuesta y el cuestionador hubiera sido objeto de mofa. Pero aquí, no. Todos los clientes tabernarios eran investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y la pregunta comenzó a suscitar una lluvia de posibilidades.
«No nos convenció ninguna y decidimos llevarlo al laboratorio para investigarlo mediante experimentos controlados y en condiciones bien definidas para analizar qué fenómenos físicos hay detrás de la aparición de esta espuma», explica Javier Rodríguez, profesor del departamento de Ingeniería Térmica y de Fluidos de la universidad madrileña. El caso es que la propuesta de investigación gustó y se la trasladaron al Instituto Jean le Rond D'Alembert para colaborar. A los franceses también les encantó el estudio, cuyo avance fue presentado en la Sociedad de Física Americana, la meca para los científicos de este sector. La explicación a que los bebedores de cerveza se mojen la mano ante la gracia se divide en tres fases. 
La primera: aparecen ondas de expansión y comprensión que avanzan por dentro del líquido y producen la rotura de las burbujas. La segunda fase comienza cuando las burbujas vuelven a romperse en otras todavía más pequeñas. Y la última fase es que las bolitas de gas salen disparadas hacia arriba porque pesan menos que el líquido que las contiene y provocan una pequeña explosión cuyo resultado es la espuma. «Esas nubes se parecen mucho al hongo de una explosión nuclear», apunta Rodríguez. Este proceso que acaba de leer dura, en realidad, menos de un segundo, según los investigadores de la Carlos III que usaron una cámara superlenta -5.000 fotogramas por segundo- para estudiar el fenómeno.
En el laboratorio lo provocaron apuntando con un láser a la base del botellín y después golpeando el cuello. A pesar del origen y el objeto del estudio, los científicos españoles insisten en la importancia del descubrimiento -el proceso de la cavitación- para poder aplicarlo a otras disciplinas, como «la predicción de la cantidad de gases que se producen tras la erupción de un volcán», señala Daniel Fuster del Instituto D'Alembert. También puede servir para mejorar el diseño de las hélices de los barcos o mejorar las protecciones de estructuras.

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