AFP 16 de enero de 2013
Si hay algo difícil de negar es la lealtad de los perros hacia sus amos. Uno de los últimos casos ha sucedido en una pequeña localidad del sur de Italia. Desde que murió la dueña hace dos meses, Tommy, un pastor alemán de 12 años, asiste todos los días a misa en la Iglesia de Maria Asunta, en San Donaci, sur de Italia, donde espera el regreso de la anciana propietaria.
El perro pasa todos los días por la plaza central del pequeño pueblo, en donde se reúnen los ancianos, a la iglesia y se instala al lado del altar, con autorización del párroco.
Tommy no ha dejado de ir ni un día a la iglesia desde que asistió a las exequias de su dueña, cuenta el diario Il Messaggero.
Desde entonces, el párroco, Donato Panna, le permite entrar al templo para asistir a bautizos, bodas y entierros.
Cada vez que escucha las campanas o ve llegar el coche fúnebre, el perro entra a la iglesia y sigue al ataúd como si la dueña pudiera resucitar.
Tommy era un perro vagabundo que la dueña adoptó; ahora que quedó solo, todo el pueblo lo protege, lo alimenta y acaricia como emblema de fidelidad.
El perro pasa todos los días por la plaza central del pequeño pueblo, en donde se reúnen los ancianos, a la iglesia y se instala al lado del altar, con autorización del párroco.
Tommy no ha dejado de ir ni un día a la iglesia desde que asistió a las exequias de su dueña, cuenta el diario Il Messaggero.
Desde entonces, el párroco, Donato Panna, le permite entrar al templo para asistir a bautizos, bodas y entierros.
Cada vez que escucha las campanas o ve llegar el coche fúnebre, el perro entra a la iglesia y sigue al ataúd como si la dueña pudiera resucitar.
Tommy era un perro vagabundo que la dueña adoptó; ahora que quedó solo, todo el pueblo lo protege, lo alimenta y acaricia como emblema de fidelidad.
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