JORGE CASANOVA 24 de agosto de 2012
«Es algo raro pero, por lo menos, lo entiendo. No es como Picasso». Higinio, un jubilado de 68 años, pasea cerca del sorprendente mural que el artista Liqen Jakala está terminando en un lateral de su fachada. La charleta con el propietario alivia la ausencia del artista, que no se presenta a la cita, concertada el día anterior: «Es raro, porque ayer a estas horas estaba pintando», dice Higinio. El hombre cuenta que le pidieron permiso para usar la pared medianera, lo concedió y en unos días Liqen ha hecho brotar uno de sus diseños inquietantes. No es único, a menos de 20 metros hay otro, pintado en el 2010 también en el contexto de DesOrdes Creativas, el festival artístico que ha sembrado la villa de Ordes de estas muestras de street art.
Mientras sigo esperando al artista e Higinio pasea arriba y abajo, pongo en marcha una pequeña encuesta callejera al escaso personal que a esas horas camina por la N-550: «Góstame», coinciden dos rapazas de 16 años: «Significa que hai xente que, en vez de tirar o lixo ao contenedor, méteo baixo a alfombra». Pablo, de 18 años, va un poco más allá: «Quere dicir que só nos deixan ver o bonito». «Que hay mucha basura en el mundo», opina María Teresa, una madre de 40 años: «Y que hay que limpiarla... No, limpiarla no, esconderla».
Jakala no aparece y acabo perseverando en la conversación artística con Higinio, que da pelos y señales de otros murales en el pueblo. Pero al final aparece la sustancia crítica, la verdad desnuda: «Non creo que o artista lle dé moito valor ás cousas, senon, non faría esto, pintaría as fachadas normales. Co diñeiro que se están gastando aquí, daba para pintar toda a casa e deixala para unha exposición». Pocos sospecharían que el propietario del edificio que alberga una muestra del artista vigués, con obra de Okinawa a Nueva York, tendría una opinión tan prosaica.
Con una hora de retraso, aparece Liqen, con un aspecto y un discurso que no decepcionan: «Mira no quiero decir nada. Estoy en contra de los periódicos, que lo confunden todo». Inmejorable. El artista prototípico. Si lo escribe un guionista, no le sale mejor. Tras un par de muestras de desprecio más hacia «los periódicos», Liqen se despide y se pone a trabajar. Higinio se queda un rato mirando. Ese sí que es un cuadro. El purismo comprometido del artista frente a la implacable mirada económica. Historia del arte.
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