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domingo, 3 de noviembre de 2013

Rjukan, el pueblo que ahuyentó las sombras

Un municipio de Noruega donde no brilla el sol durante el invierno se dota de tres gigantescos espejos
Colpisa 30 de octubre de 2013

Vivir a oscuras no tiene ninguna gracia. Lo saben bien los habitantes del pueblo noruego de Rjukan, que, hartos del frío y de andar a tientas, han decidido instalar espejos gigantescos para acrecentar la luz del sol. El municipio de Rjukan tiene la desgracia de estar rodeado por unas montañas que impiden ver la luz del día durante gran parte del año. En cuestión de iluminación, el lugar anda a dos velas. Por eso, cuando el miércoles los 3.500 habitantes del pueblo vieron la claridad filtrándose tenuemente entre la superficie arbolada de una colina, quedaron deslumbrados por el acontecimiento. Protegidos con gafas de sol, cientos de personas se congregaron para saludar los tímidos rayos del astro rey que despedían los espejos. Los boquiabiertos pobladores de este pueblo que se pasan el día sumido en sombras no daban crédito. Cuatrocientos metros más arriba, los monumentales artilugios cumplían su función.
Rjukan no gasta ni un céntimo en cremas de protección solar. Está encajonado en un valle del sur de Noruega y de septiembre a marzo solo tiene noticias del sol por los mapas del tiempo. Pasarse seis meses al año en las tinieblas es tan duro que el pueblo ha decidido decir adiós a las farolas. Sus vecinos han aprobado una suerte de derrama para tener luz natural todo el año. Lo malo es que los tres gigantescos espejos han costado un pico. Después de vencer las reticencias iniciales, los habitantes han reunido cinco millones de coronas (610.000 euros) para el montaje de la infraestructura. «La idea es un poco loca, pero la locura es nuestra marca», reconoce Oeystein Haugan , el coordinador local del proyecto. El precio, sin embargo, está justificado. Cada uno de los espejos mide 17 metros cuadrados. Pero el invento merece la pena. Ahora los de Rjukan, aunque no sudarán la gota gorda, podrán ver crecer sus tiestos
El sol les procura una elipse de luz sobre la plaza central de 600 metros cuadrados, lo que equivale a tres pistas de tenis. El espacio no resulta tan pinturero como la Caja Mágica, pero al menos es más rentable. Lo de dotarse de esa especie de paneles solares era un sueño largamente acariciado por estos noruegos acostumbrados a vivir como topos. «Una idea de hace cien años se vuelve realidad hoy», afirmó el alcalde Steinar Bergsland antes los habitantes, reunidos para la inauguración, antes de que una orquesta acometiese las notas de 'Let the sun shine' ('Que brille el sol'), ese bello himno que se hizo archiconocido con el musical 'Hair'. El pionero que fundó Rjukan en un lugar tan inhóspito no debía de tener muchas luces. Su existencia responde a intereses económicos. El municipio nació hace un siglo gracias al empeño de Sam Eyde, fundador del gigante noruego Norsk Hydro, que quería aprovechar una enorme cascada para producir fertilizantes químicos.

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