Hace veinticinco años aún no había nacido Internet, los ordenadores no eran personales, sino terminales que dependían de un computador central, y el e-mail no existía como tal. Pero los científicos de distintas instituciones sí se comunicaban entre ellos a través de primitivos mensajes de texto on-line. Eran los predecesores de los actuales correos electrónicos, una innovación que llegó a Galicia un 11 de noviembre de 1988. «¿Me recibes?». Este fue el primer mensaje lanzado desde un ordenador del departamento de Física de Partículas de la Universidade de Santiago (USC). Lo escribió el entonces rector y catedrático de Física Teórica Carlos Pajares. Su destinatario estaba a cientos de kilómetros, en Ginebra, en el Laboratorio Europeo de Física Nuclear (CERN). «Sí», fue la escueta respuesta de Alfonso Vázquez Ramallo, que por entonces trabajaba en el centro europeo y que hoy también es catedrático de Física Teórica en la USC. Fue el principio de la revolución.
«La forma de comunicarnos era por mensajes de pantalla, como una especie de chat. Y yo no veía lo que escribía hasta que el ordenador de Santiago me devolvía la señal», recuerda Vázquez Ramallo, que, desde su estancia en Ginebra, tampoco era consciente de la trascendencia que su breve respuesta había tenido en Galicia. «A mí me dijeron que estuviera en el ordenador a una determinada hora, pero no sabía que en Santiago había un acto con periodistas que miraban la pantalla como si fuera el maná», explica.
El envío del primer correo electrónico desde Galicia también sirvió para inaugurar los servicios informáticos de la USC. «Fue un momento muy ilusionante», rememora el exrector Carlos Pajares. «Yo no voy a decir -añade- que fuéramos los primeros, pero de universidades en España sí fuimos los pioneros junto con las autónomas de Madrid y Barcelona». A ciencia cierta no era el primer e-mail, ya que los profesores de física de partículas utilizaban el sistema desde hacía meses. Pero fue su puesta de largo.
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