LA VOZ 24 de septiembre de 2012
Dos semillas de calabaza pueden dar para mucho. De eso sí que sabe la familia de Fina Fernández, que las plantó en su huerto de la parroquia de Sedes, en el municipio ferrolano de Narón, con un resultado sorprendente. Un mes después recogieron un ejemplar que pesaba 220 kilos, algo muy poco habitual. Decidieron cortarla, porque llegaba la época de lluvias y no sabían qué hacer con ella. No fue un trabajo fácil. Fueron necesarios cuatro hombres para moverla. Ahora buscan un comprador para este gigantesca calabaza, que no es la única de este tamaño en esta huerta. Otro ejemplar, nacido en la misma planta, pesa 150 kilos.
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