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miércoles, 8 de junio de 2011

Un brasileño se declara propietario de 12 millones de hectáreas en la selva amazónica

Falb Saraiva de Farias, de 78 años, y considerado uno de los mayores latifundistas del mundo, afirma tener en su poder los títulos de propiedad
JUAN ARIAS   07/06/2011
En Brasil, el Gobierno de Dilma Rousseff está pendiente del voto del Senado sobre el nuevo Código Forestal, que admite la amnistía para los que han destruido la selva amazónica hasta 2008, tras la derrota sufrida en el Parlamento. Si el Senado corroborara el voto de la Cámara baja, la presidenta Rousseff podría vetar dicha amnistía.
Mientras tanto, es emblemática del laberinto de irregularidades perpetradas durante años en el gran patrimonio de la selva amazónica, que aloja la mayor biodiversidad del planeta, la historia de novela de Falb Saraiva de Farias, de 78 años, sin más estudios que la escuela primaria, que se confiesa propietario de nada menos que de 12 millones de hectáreas de tierras amazónicas.
Asegura que tiene un baúl de documentos que certifican que es dueño de esas tierras desde el año 1800. Este hombre, considerado uno de los mayores latifundistas del mundo, con un agudo sentido común y una no despreciable habilidad para los negocios de la tierra, ya ha sido encarcelado varias veces, aunque nunca ha permanecido en prisión más de ocho meses, acusado de falsificación de documentos, de ocupación ilegal de tierras y de mil delitos más. Hubo hasta una Comisión de Investigación del Parlamento (CPI) sobre el tema de las tierras ilegales en la Amazonia que le llevó derecho a la cárcel. "Fue una payasada lo que hicieron conmigo", afirma angelicalmente, y añade: "No me dejaron ni hablar con los periodistas. Muchos aún piensan que sigo en la cárcel". No lo está. Ha sido absuelto varias veces, hasta por el Tribunal Superior de Justicia, del supuesto delito de falsificación de documentos.
Ahora que Barbie rompió con Ken (ver noticia anterior) podría liarse con éste.
Uno de sus mayores entretenimientos hoy es manosear y acariciar las decenas de carpetas con cientos de documentos, que esconde en su casa, con los supuestos títulos de propiedad de los 12 millones de hectáreas que asegura que son suyas.
En una entrevista para este diario, hace años, un etnólogo ya fallecido, que creó una de las mayores reservas en el corazón de la Amazonia -donde se pueden recorrer hectáreas de selva intacta, como hace cien años- explicaba el marasmo jurídico de las propiedades de la selva amazónica donde particulares, con mil subterfugios y complicidades de abogados y notarios, se fueron haciendo propietarios de tierras que pertenecían al Estado. Uno de los trucos era, por ejemplo, envejecer pergaminos para falsificar antiguos documentos de propiedad.
Lo que resulta increíble es que un personaje como este, hoy uno de los mayores propietarios de tierras del mundo, haya podido conseguir juntar tanta tierra sin tener apenas preparación académica. Comenzó a trabajar a los 11 años, con un barquito con el que compraba y revendía productos de los ríos de la Amazonia. Un día su barco se quemó en el río Iaco. "Era todo lo que tenía. Me quedé en la orilla viendo cómo ardía mi barco. Pasé dos años de hambre y trabajé como recadero", cuenta el empresario.
Todo cambió cuando se casó con la viuda María Luisa Hidalgo Lima Barrios, heredera de tierras. Juntos crearon un imperio. No fue indiferente a su epopeya el haber ingresado en la secta evangélica Iglesia Universal, mientras estaba detenido por la policía federal. El empresario fue ayudado por varios pastores evangélicos y redactó el documento Planificación de la futura vida familiar y económica con la bendición de Dios.
En 16 páginas, con la bendición de la Iglesia Universal, planificaba construir una casa de 3.600 metros cuadrados con piscinas y campos de deportes, adquirir dos lanchas de lujo, un avión bimotor y cinco coches nuevos de importación. Sus proyectos con la Iglesia Universal suponen también la creación de la Mega Preser, SA para la preservación ambiental, y de la Mega Solidario, SA para la asistencia social.
Preguntado por el periodista Altino Machado sobre lo que piensa del nuevo y polémico Código Forestal responde sin titubeos: "Me encanta. Con él, el productor tendrá ahora el derecho de destruir una parte mayor de la selva". ¿Y si la presidenta Rousseff vetara la amnistía aprobada por el Congreso de los destructores de la Amazonia? "Ah, en ese caso", dice, "no volvería a ser elegida ni como concejal".

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