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miércoles, 5 de julio de 2017

Motor del 39 y 300.000 kilómetros, como nuevo

A sus 78 años, Avelino sigue recorriendo carreteras y pistas con sus bicicletas, en su tardía afición por el ciclismo
Pablo Pinedo / LA VOZ, 05/07/2017

«No 2015 fixen 17.431. O ano pasado, 18.789. A ver se este ano chego aos 20.000». Hablamos de kilómetros. Los que Avelino Barreiro Barreiro (Bamio/Carril, 30 de Enero de 1939) les ha metido a sus lozanas piernas, y los que pretende añadirles en su rutómetro particular de aquí a la jubilación del 2017, con los primeros 10.400 ya registrados en su libreta. La que nos muestra con el orgullo de un colegial aplicado que blande sus notazas en la asignatura que lo apasiona, esa en la que no compite más que consigo mismo y su afán por querer siempre más. Un cuaderno de bitácora en el que atesora casi un cuarto de siglo de aventuras diarias en las carreteras y pistas de medio Eje Atlántico, pero también del Camino de Santiago a los pedales de sus tres bicicletas. En la de paseo, convertido en parte del paisaje urbano de Vilagarcía, en el que, calcula, recorre del orden de unos 150 kilómetros al mes solo en sus desplazamientos desde su domicilio en Carril hasta un céntrico gran supermercado. Distancia esta que suma a sus números para contarnos que, desde su tardía entrega al ciclismo aficionado en 1994, «levo tranquilamente uns 300.000 quilómetros feitos». Y mientras el motor del 39 que calza Avelino siga tirando así de bien, el comercio especializado local seguirá contando con uno de sus mejores clientes, con sus cambios de cadenas, «cada 5.000 quilómetros a da bici de estrada, e 1.500 a de montaña», entre sus preciadas notas manuscritas.
Fecha, salida, pasos intermedios, llegada, y distancia. Son los datos que recoge Avelino en el que desde 1994 es prácticamente un diario. Con los 12.000-13.000 kilómetros de rodaje al año de sus inicios, y la amenaza creciente de romper el techo de las dos decenas de millar. «Descanso os sábados e os luns, e o resto dos días saio en bici, non sendo que chova. Agora fago unos 400 quilómetros á semana, uns 1.900 ao mes». A sus 78 años más motivado aún que cuando con 55 acabó de encontrar eso a lo que todo el mundo sueña con poder entregarse cuando hay tiempo para ello.
Mozo de cubierta 10 años en barcos de pasaje entre Barcelona y Mallorca, y Canarias, Avelino, nacido en Bamio y criado en Carril, trabajó después 5 años en una fábrica de componentes para televisores al sur de Alemania. Un puesto en Conservas Baltar lo trajo de vuelta a Carril cuando «xa me gustaba estar en Alemania; pero a miña muller quería voltar». Cerrada la fábrica en 1990, y «cunha idade na que non che collía xa ninguén», Barreiro tiró de vivero para alcanzar el retiro.
Fue en esa recta final de su carrera laboral, tras la pérdida de su mujer, cuando Avelino descubrió el ciclismo como un placer y una motivación por igual. «Cando vivía a miña muller algún domingo ía ata Caldas. E cando iamos ao Terrón, como non cabiamos todos nun coche, meu fillo maior e mais eu moviámonos en bici».
Sin su compañera, el de Carril comenzó a tirar de pedales hasta Pontevedra. Y al poco tiempo se unió al Club Ciclista Xiabre y sus marchas cicloturistas. «Metíanlle caña, nas subidas era a ver quen chegaba antes. Cando andaba co grupo poñíame ás veces a 170-180 pulsacións».
Con los años el cuerpo, y la mente, han llevado a Avelino a disfrutar en solitario. «Compito comigo mesmo», dice. Movido por un afán de superación que ilumina sus ojos y acelera la base de datos que anida en su cerebro. Y en su libreta añeja, bajo amenaza de ser archivada sin recoger la última singladura del carrilexo falta ya de papel. O por esas clases que el del 39 ha apalabrado con «un chaval para que me ensine a traballar co ordenador» y modernizar su registro, mejorado con el uso de un par de aplicaciones de móvil, incluída una red social para ciclistas aficionados como él.
Una juventud que quizá beba de la fuente de las playas de Portugalete y A Concha, en donde Avelino se baña asiduamente; incluso más de una vez en invierno. O tal vez una cuestión genética, con una de sus abuelas prima de un abuelo de Gustavo César Veloso, campeón de la Volta a Cataluña y la Volta a Portugal, entre otros logros. El caso es que el alma de rodador de Avelino despunta más que nunca. Protestando por la situación «tercermundista» de la calle vilagarciana Rodrigo de Mendoza, «chea de buracos». Adelantando su intención de hablar con la presidenta de la Diputación para reclamarle que limpie y mantenga libre de cristales el arcén del istmo de O Grove. Y siempre doblado en un sillín, proyectándose al jueves en Noia con un café en la mano y otros 53 preciados kilómetros más en sus piernas.

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