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jueves, 3 de noviembre de 2011

El hombre que camina descalzo

Raúl Leyenda, un baionés de 68 años, hace deporte a diario sin calzado
Alejandro Martínez / La Voz   2/11/2011
Las palmas de sus pies resisten el asfalto, las piedras de los caminos forestales, el frío, el calor, lo que les echen. Porque Raúl lleva media vida andando descalzo. También corre de esta forma. Antes lo hacía mucho. Podía irse a A Guarda sin parar, o venir desde As Travesas trotando. La Vig-Bai sería una trámite para él.
Pero hace nueve años sufrió un infarto en una de sus escapadas. Su organismo es un misterio de la salud humana. Porque además de semejante actividad física, fumaba tres cajetillas de tabaco diarias. Sus amigos y abundante familia no se explicaban cómo podía mantener semejante actividad con tanto vicio al tabaco.
Pero a raíz de aquel infarto que sufrió en una de sus excursiones dejó de tragar nicotina en los pulmones. Ahora está en perfecto estado de salud, muy recuperado de aquel trance y satisfecho de haber conseguido dejar de fumar. Los médicos le animan a que siga con este estilo de vida tan activo.
En plena forma
Ya no corre tanto, pero no para de caminar. A sus 68 años de edad, desafía al frío y le gusta hacerlo con la menor ropa posible. Luego acostumbra a darse un chapuzón en la playa Concheira. Da igual la época del año en la que se encuentre. Se baña en la playa tanto en enero o en febrero como en julio o en agosto. Así dice que nunca pasa frío.
En su vida ha cogido un resfriado, ni una gripe. Tampoco sabe lo que es tener fiebre. «Nunca he estado enfermo», afirma con orgullo. Sobre todo disfruta de la vida. «Soy pobre, pero vivo bien, disfrutando de cosas pequeñas, sin renunciar nunca a un vinito o un cafecito», reconoce.
Su carisma le ha convertido en todo un personaje de Baiona. Su secreto es vivir con los pies en la tierra y mantenerse muy en forma.
La costumbre de Raúl Leyenda de salir a pasear descalzo le viene de hace muchos años. Cuando era joven emigró a Suiza, donde trabajó como funcionario en el Ayuntamiento de Zúrich, hasta que hace 21 años se jubiló y decidió regresar a su Baiona natal. Fue en el país alpino donde se aficionó a caminar sin ninguna protección para los pies. «Conocí a un deportista árabe que corría conmigo y le gustaba mucho andar descalzo». Así que él le imitó, dejó a u n lado sus zapatillas y descubrió que con un poco de práctica al final los pies se acaban acostumbrando a cualquier clase de terreno. Al regresar a Baiona continuó con su afición y no suele dejar indiferente a nadie en sus habituales paseos por la carretera entre Baiona y Oia. Si se cansa de andar descalzo, se pone unas chanclas y continúa su camino. «Ahora no hago muchos esfuerzos», afirma cuando no camina menos de 20 kilómetros cada vez que sale a pasear.
Raúl Leyenda forma parte de una familia muy numerosa del municipio de Baiona. Es uno de los más pequeños de los 18 hijos que tuvieron sus padres.

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