R. Ventureira / La Voz 18/7/2011
Orejitas no es de carne y hueso, pero como si lo fuera. Es el compañero inseparable de juegos y de sueños de Inés, una coruñesa de solo 2 años que hace algo más de una semana se llevó el disgusto de su vida, porque en un despiste su amiguito de trapo se le cayó de la silla de paseo mientras iba con sus padres por la Ciudad Vieja y no ha vuelto a saber de él.
Fue el sábado día 9 hacia las diez de la noche. La familia se dirigía al restaurante del hotel Finisterre para celebrar el aniversario de Isaac y Eva, los padres.Orejitas los acompañaba porque la pequeña Inés «se empeñó en llevarlo a cenar», explica el padre. «Es que lo tiene desde que tenía solo dos meses», detalla.
Él y su esposa accedieron, pero al llegar al hotel comprobaron que el muñeco no estaba. «Se le cayó por el camino. Yo, al darme cuenta, volví enseguida para buscarlo. Fueron cinco minutos, pero no lo encontré. Al verme entrar por la puerta sin Orejitas, Inés se puso a llorar», relata Isaac Castro. «Nos pusimos a cenar con mal cuerpo -asegura-, porque la niña no paraba de gimotear».
Ya de vuelta a casa, él y su esposa, Eva García, escudriñaron cada rincón por donde habían pasado en el trayecto de ida: «Volvimos a mirar por todos lados, pero nada».
La pequeña se durmió aquella noche entre lágrimas «porque quería a Orejitas, no paraba de decirlo», así que Isaac decidió hacer un nuevo intento para hallar el peluche, que no fue, ni mucho menos, el último. Eran ya alrededor de las tres de la madrugada cuando volvió a calzarse los zapatos y bajó a la calle a ver si daba con el juguete, pero, como en las anteriores ocasiones, fue en vano, y regresó con las manos vacías a su domicilio, en la plaza de Millán Astray. E insistió: tardó apenas cuatro horas en bajar otra vez, en esa ocasión, «para hablar con los trabajadores de la limpieza, para preguntarles si lo habían visto, pero tampoco».
De todas formas, Isaac les dejó su número de teléfono por si tenían noticias del muñeco. Y tampoco, así que el domingo por la tarde él y su mujer decidieron poner carteles por toda la Ciudad Vieja ofreciendo una gratificación a quien ayudase a encontrarlo. Pegaron más de medio centenar de folios con la foto de Orejitas y sus números de teléfono, «como hace la gente cuando pierde a un perro o a un gato, aunque no sea lo mismo», y también pusieron «papeles más pequeños en los parabrisas de los coches».
Nueva pegadaDesde la desaparición de Orejitas ha pasado ya más de una semana, pero la familia Castro García no pierde la esperanza de encontrar el juguete más querido de la pequeña Inés. De hecho, anteayer mismo todos se dieron un paseo por la zona antigua coruñesa para renovar los carteles. Mientras esperan, se han ido de vacaciones, aunque muy atentos al teléfono.
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