Álvaro Alonso / LA VOZ, 04/01/2019
Pilar Canicoba |
Los jubilados disfrutadores «gozan libremente de las diferentes opciones de la vida, les gusta improvisar y dejan al margen los compromisos y horarios fijos». Así se consideran el 35,3 % de los 150 encuestados por Bartolomé Freire Arteta (Narón, 72 años) para el libro La jubilación, una nueva oportunidad (LID editorial, 2017), con el que buscó identificar las orientaciones de esta etapa de la vida.
El siguiente grupo más numeroso es el de los atareados (29,3 %), que «continúan, por diferentes medios, su trabajo después de jubilarse o buscan otra tarea a la que dirigen gran parte de sus energías», una dedicación que «aporta estructura y sentido a sus vidas». Esta horquilla es mucho más frecuente entre los hombres con un nivel académico superior. Mientras, en tercera posición aparecen los desenfocados (15,3 %), que «no llegan a crear o no mantienen proyectos que le den un sentido propio a su jubilación», por lo que «realizan actividades rutinarias con las que se acomodan a sus circunstancias o a expectativas y planes ajenos». Aquí entran sobre todo prejubilados forzosos.
«Yo me jubilé y estuve buscando bibliografía para saber a qué me enfrentaba, qué iba a tener que cambiar para poder adaptarme a mi nueva vida. Pero me encontré con que había muy poco escrito, así que lo vi como una oportunidad para aportar algo a la comprensión psicológica de esta etapa», explica Bartolomé, psiquiatra y médico, sobre el surgimiento de la idea. En su opinión, la jubilación es «un momento en el que uno puede elegir libremente lo que quiere hacer».
«Me di cuenta, por poner un ejemplo, que algunos encuestados se avergonzarían de dedicar tiempo a jugar al golf, porque les parece una pérdida de tiempo, mientras otros gracias a este deporte tienen un motivo para levantarse cada día, conocer a gente nueva y viajar», valora el autor, que preguntó a los entrevistados, ayudado por un compañero, cómo habían vivido el paso a la jubilación, qué habían hecho y qué estaban haciendo para establecerse en esta etapa. «Descubrí que una jubilación satisfactoria no ocurre de manera espontánea», dice.
No obstante, este momento vital está, según él, en plena evolución, al tratarse de «un fenómeno social relativamente reciente en la historia de la humanidad». «Es algo novedoso que estemos llegando a la edad de jubilación en tan buen estado físico y mental; que pasemos tantos años como jubilados; y que vivamos en una sociedad que ofrece tantas alternativas estimulantes», considera Bartolomé, que cree que ahora hay más posibilidades de que la jubilación «no sea esa vida monótona y aburrida que muchas veces se ha visto y transmitido». «Puede ser una etapa muy enriquecedora en la que uno puede seguir desarrollándose como persona», concluye el autor.
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