j. v. lado / la voz, 10/01/2019
Ana Garcia |
En los 90, cuando la industria del papel empezó a utilizar carbonatos en lugar de su preciado mineral, en Caolines de Vimianzo (Cavisa) las pasaron verdaderamente canutas, con despidos incluidos. De hecho, en 1998, la empresa fundada en 1981 por Río Tinto con participación pública de la Xunta pasó a manos del grupo italiano Veneta Mineraria y se temía seriamente por su futuro. Sin embargo, la explotación, emblema de la Costa da Morte, y concebida para que durase unos diez años, ha sabido reinventarse y va camino de cumplir los 40, con una gama de productos que va desde la arena que regenera la playa de Riazor o hace más cómodas las camas de las vacas en la comarca del Xallas hasta los cosméticos de las marcas más prestigiosas o los frenos de los coches de carreras.
La clave estuvo, según su director, Juan José López Muñoz, en cambiar «as lentes coas que mirar as cousas», que les llevó de destruir empleo a que ayer mismo contratase al último de sus trabajadores, con lo que son ya 40 los puestos directos y entre 120 y 150 los indirectos, que mantienen, con una leve pero continua tendencia al crecimiento. Ese cambio de mirada, en parte por necesidad, implica que los materiales que en los 80 se desechaban como inertes, pero se guardaban de manera ordenada, sean ahora la clave del negocio. «Só aproveitaban o caolín porque era o que daquela valía cartos, pero ademais temos areas finas, cuarzos... e mesmo somos o mellor centro de mica moscovita de Europa», explica López Muñoz, que, aunque él no lo diga, tiene una parte importante del mérito en el método de trabajo implantado, que se basa en aprovechar todos los materiales a la vez, técnicas de separación punteras y la reutilización tanto del yacimiento como del agua, que le ha valido incluso dos reconocimientos europeos. Como los romanos
Y es que, cuando uno se asoma a la mina desde el centro de control, se espera excavadoras y camiones lagarto enormes, que algunos hay, o voladuras con dinamita, algo que en Vimianzo nunca se hizo, porque se trabaja con arcillas. Sin embargo, lo que se encuentra es una red de tuberías y bombas vigiladas a través de cámaras de vídeo y los controles que maneja un operador, al estilo de «como facían os romanos» pero en el siglo XXI. Esto es, aprovechan cuando llueve o aportan agua a la zona de explotación, la remueven con los materiales y bombean esa pasta hasta la planta, que es donde verdaderamente se juegan los resultados, en la manera de separar. «É moito máis seguro, porque non temos un home alí nunha máquina co risco de que se derruben os noiros, e aproveitamos todo moito mellor, porque senón teriamos que facer pistas enormes, xa que, para quen non o saiba, isto é moi brando, coma unha desembocadura de río coa marea baixa. É coma barro, só que ten a característica de ser branco», detalla el ingeniero, natural de Santa Comba.
Con todo ese conocimiento, y gracias también a que los antecesores de López Muñoz supieron reservar lo que entonces no tenía valor comercial, ahora hay algún material en que la mina vimiancesa es la única productora de toda Europa.
Por supuesto, siguen sacando caolines para cerámica, pinturas, plásticos, cosméticos, farmacopea... pero también mica, que se utiliza mucho también en las pinturas marinas, los aislantes térmicos, los electrodos de las soldaduras o la industria de la automoción, por ejemplo para las pastillas de freno. Además, proporcionan la práctica totalidad de la arena empleada en la zona para bienestar animal y ni siquiera dan abasto para lo que le demandan los ganaderos.
De todos esos materiales, un 30 % se vende entre España y Portugal; un 30 va para Centroeuropa; otro 30, para América; y el 10 % restante entre el norte de África y países tan dispares y lejanos como Irán, Tailandia o Taiwán.
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