Orgullosos, cansados e ilusionados. Así se sienten Jessica Labrador, una valenciana de 32 años, y Máximo Baccarin, un italiano de 35, que ayer culminaron una larga peregrinación iniciada en el país transalpino hace ya nueve meses. La suya es una de esas historias vitales que endereza el Camino. «En el 2012 lo perdí todo, mi trabajo, mi novio, me sentía perdida», asegura Jessica. Una amiga le recomendó emprender la ruta jacobea por aquello de encontrarse a sí misma. En ese año lo realizó en dos ocasiones. En una primera llegó hasta Santiago pero, en la segunda, Navarra fue su punto final. En Estella conoció a Máximo, que ejercía de hospitalero en un albergue parroquial. Él, descompuesto también por una vida anterior, se había encaminado hacia Santiago en el 2010 para enderezar su rumbo. De vuelta hacia el país azzurro se quedó temporalmente en esa localidad navarra, tan ligada a la ruta jacobea. Durante un tiempo Jessica vivió de la artesanía que fabricaba y que vendía en distintos puntos de la ruta jacobea. Pero, ya juntos y enamorados, decidieron trasladarse a Italia para iniciar una colaboración con la asociación Passo Lento, centrada en los beneficios que tienen en los niños y en las personas con discapacidad las terapias con burros.
El verano pasado dieron un nuevo giro a su vida. El 4 de julio partieron de Padua, donde él tenía su residencia y donde tiene sede la asociación, para iniciar un largo peregrinar hasta Santiago. Querían vivir, junto a dos de sus burros y dos perros, la «inigualable» experiencia de alcanzar la meta compostelana. «Queríamos disfrutar y aprender de ellos, que son nuestra vida, nuestra pasión y nuestro trabajo».
Durante nueve meses caminaron todos los días, a un ritmo de 15 kilómetros por jornada, siempre pendientes de Antonella y Neroné, los dos burros. «Nos teníamos que adaptar a la resistencia del más débil, que en esta ocasión era uno de los perros», aclara Jessica con una sonrisa. Durmieron a diario con sus animales en una tienda de campaña, la que es ahora su verdadera casa.
Llegados a Santiago, no dejan de sorprenderse por la repercusión que ha tenido su peregrinación y por los múltiples comentarios que han recibido en su página de Facebook. «En Italia y, sobre todo, en España, no paran de sacarnos fotos», aclaran admirados.
Ya relajados, y echando la vista atrás, no dudan en asegurar que los buenos momentos -«momentos mágicos» compensan la dureza del largo caminar. «La experiencia es claramente positiva. Ahora mismo con el sol se sonríe más. Hubo momentos difíciles por el tiempo, porque nevaba o porque hacía mucho calor. Momentos en los que no teníamos dinero para comer. Hemos elegido viajar a donativo. Vivíamos de los accesorios que vendíamos. Pero vale la pena», insiste Massimo.
Su recorrido no termina en Santiago. Tras un breve descanso continuarán camino hacia Fisterra, donde rubricarán con su boda esta bella historia de amor nacida en el Camino. «Nos casamos en Fisterra el sábado 19. Decidimos reservar ese día para que nuestros amigos puedan asistir».
El final perfecto para la peregrinación y el principio ideal para una nueva vida. «Nuestra idea es volver a empezar. Queremos vivir a Passo Lento (nombre de la asociación). Lo hemos aprendido de nuestro trabajo y es nuestra idea de futuro».
Por lo pronto, tras la boda, regresarán a Italia para seguir con su proyecto de la asociación de los burros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario