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martes, 31 de octubre de 2017

El escaparate mortuorio con tumbas, coche fúnebre y lápidas que asusta al personal

Todo lo expuesto está a la venta: el vehículo funerario, 4.000 euros; los féretros descatalogados, 500
Xosé Carreira / LA VOZ, 31/10/2017
CARLOS CASTRO
El escaparate del terror. No es el nombre de una atracción del San Froilán, es el montaje preparado por una tienda lucense de artículos de segunda mano que celebra el día de los muertos convirtiendo una de sus grandes vitrinas en cementerio. Varias tumbas de verdad, un coche fúnebre real, una lápida tallada en cantería y coronas provocan que los transeúntes más asustadizos se alejen con paso rápido. Y lo peor faltaba por llegar. Ayer por la tarde estaban «mecanizando» al «muerto» que estaba en el interior del féretro que transporta el coche funerario para que en pequeños intervalos de tiempo se levantara por la noche encendiendo unas luces en sus ojos.
«El cincuenta por ciento del público está a favor y otro tanto en contra», cuantifica Manuel Alonso, de Megaempeños, un establecimiento ubicado en el barrio de A Milagrosa, en el que puede encontrarse de todo. «Es de un mal gusto increíble», comentó una mujer que ayer por la tarde se topó con el escaparate. El responsable del establecimiento sabía que la podía «liar, porque la creatividad no siempre es bien entendida». Este empresario advierte: «No es una falta de respeto, ni mucho menos. Lo planteamos como algo simpático, sin dramatismo. El escaparate, desde luego, no deja indiferente a nadie. Es un montaje polémico que genera expectación, que era lo que realmente pretendíamos».
Los tres féretros fueron saldados por una funeraria. Se trata de modelos antiguos, pero con un una estética que buscan algunas personas, según el responsable del establecimiento. «Lo que creemos que no se vende, rápidamente encuentra comprador. Hay público para todo», apuntó Manuel Alonso. Algunos frikis acabarán llevándoselos junto con un juego de espectaculares candelabros de los que se ponían antes en las cabeceras de las tumbas y con un tapiz como fondo. Esta era la estética de la época pre tanatorios, cuando los muertos se velaban en los comedores o salones de las casas.
«En una funeraria, no se consigue una caja de las más cutres por mil euros. Aquí, te la llevas por 500», indica con afán de comerciante Manuel Alonso.
Si alguien se empeña en tener un coche fúnebre, el precio del que exponen en la tienda es de 4.000 euros. Es un Seat 131 del año 1979. Está del trinque, según el vendedor, porque aunque tiene muchos viajes a los cementerios, su marcador solo contabilizó 25.000 kilómetros.
¿Y para qué quiere alguien que no sea del sector funerario un coche fúnebre? «Pues en ciudades de mente abierta, por ejemplo, para campañas de publicidad. Si tienes un comercio o empresa, llenas el coche con tus productos y lo paseas por toda la ciudad. Seguro que consigues que se fijen en lo que ofreces», apunta Alonso. También le ve utilidad al coche para ir de cámping, por ejemplo. Si cabe una tumba, entra también una buena colchoneta para dormir.
La lápida tallada en cantería estaba «aparcada» en una casa de Sarria, la cargaron y ahora la exhiben en el comercio de A Milagrosa. Las viejas coronas fueron donadas por alguien que las retiró de un panteón.
«Todo esto -dijo el promotor del escaparate- es posible gracias al gran equipo de personal que tengo en la tienda que controla mucho y pone todo su ingenio para atraer la atención del público».

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