Una mujer deja una propina de 15.000 dólares en un restaurante en Illinois

Tres camareras de un pequeño negocio de Estados Unidos fueron agraciadas con un cheque cuyo valor ascendía a los 5.000 dólares

LA VOZ   07 de febrero de 2014

Parece que la generosidad de los americanos se ha vuelto una tendencia en Estados Unidos. No hace mucho tiempo salía a la palestra el nombre de Jack Selby, uno de los fundadores de Paypal que fue rebautizado como el hombre misterioso de las generosas propinas. Este peculiar mecenas llegó a agraciar a sus camareros con jugosas propinas que iban desde los 360 hasta los 7.200 euros.

Lo cierto es que el testigo de Selby ha sido recogido por una generosa mujer de Illinois que la pasada semana dejaba una cuantiosa propina de 15.000 dólares a tres camareras de un pequeño restaurante familiar de la localidad.

La clienta del establecimiento, situado en Caledonia, había estado escuchando a las camareras quejarse de sus problemas económicos, a los que achacaban directamente sus dificultades para poder volver a estudiar. Ante esta situación, la anónima mujer decidió dejarles como recompensa por sus servicios tres jugosos cheques de 5.000 dólares cada uno, según informa el diario Christian Post.

Sarah con solo 23 años comenzó a relatar que lleva ya seis trabajando en el establecimiento mientras señalaba que su deseo era convertirse en oficial de Policía pero, aunque sólo le faltaba un semestre para obtener su título de asociado en justicia criminal, no podía pagar lo que le pedían para finalizar el grado. Las historias de Amy Sabani, de 25 años, y Amber Kariolich, de 28, de semejante dureza acabaron por ablandar el corazón de la generosa clienta.

Según ha reconocido el dueño del negocio, Matt Nebiu, en esos momentos había pocos clientes en el local y, mientras las tres chicas comentaban sus problemas, una mujer que estaba comiendo escuchó la conversación. Al finalizar pidió la cuenta y cuando la pagó dejó una propina de 15.000 dólares (algo más de 11.000 euros).

Las tres jóvenes intentaron rechazar la ayuda, pero la mujer, cuya identidad aún es completamente desconocida, insistió diciéndoles que utilizaran el dinero para estudiar y poder superar los obstáculos económicos que estaban atravesando: «Sí, podéis cogerlo y meterlo en vuestros bolsillos. Dios me ha enviado aquí para ayudaros», fue la frase con la que se despidió la mujer.