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lunes, 15 de octubre de 2012

Ciudadana del Atlántico

Nacer en alta mar, camino de América, marcó la vida de una grovense
Mar Gil / VdG   15 de octubre de 2012
Nunca aspiró a ser la princesa de un cuento, pero Gabriela María del Mar Fuentes García arrastra desde su nacimiento un honor superior; posee el título de Bella Sirena, princesa de la corte del Rey Neptuno.
Nadie lo diría de esta mujer morena que luce vaqueros, pelo corto y aspecto sencillo sobre el puerto de O Grove, pero la vida de Gabriela está en el mar. Nació el 26 de mayo de 1949 en el vapor Monte Ayala y su vida nunca ha sido ajena a esa circunstancia.
Gabriela nació en el mar, no por casualidad, sino por un acto materno que ella califica de valiente: «Mi madre tenía ya 5 hijos y estaba embarazada de mí cuando tuvo la oportunidad de emigrar a Montevideo con toda la familia. Vendieron tierras, arreglaron las cosas y sacaron los billetes. Para mí, como no había nacido, no había papeles, y todos temían que, si yo nacía en O Grove, el viaje se retrasase».
Así que la madre de Gabriela tiró hacia adelante: «Si estoy en el barco, ya nacerá», decía. «Ella sabía que las fechas estaban muy justas y que no iba a llegar a Montevideo embarazada; sabía que tendría que dar a luz en el barco, pero, aun así, embarcó. Yo siempre admiré su valentía, siempre me impresionó que se metiese en un barco con 5 hijos y yo en su panza», comenta.
Esa valentía convirtió a la grovense non nata en una ciudadana oceánica. Atravesando el Atlántico, el parto la arrojó en un punto tan preciso que figura en su partida de nacimiento con las coordenadas latitud 72,56 norte y longitud 23,43 oeste, pero tan impreciso también (cerca de Cabo Verde) que en su DNI figura, como lugar de nacimiento y provincia, «Alta Mar».
Suena a broma, pero la vida de Gabriela María del Mar ha asumido como cotidianos hechos como ese: «En la partida de nacimiento solo figuran las coordenadas, así que en mi DNI, en lugar y provincia de nacimiento hasta hace poco ponían "Nacida a bordo del vapor Monte Ayala"; en el último me pusieron "Alta Mar"».
Normalidad administrativa
Más allá de la anécdota, tener tan extraño lugar de nacimiento no le ha supuesto nunca complicaciones burocráticas: «Siempre tengo esa pequeña emoción de haber nacido en un sitio distinto, pero es algo muy cotidiano».
En un lugar de honor de la memoria conserva Gabriela el relato de su nacimiento: «Mi madre me contaba que dio a luz de noche, en un camarote estupendo. La atendió el médico del barco y fue una fiesta; el capitán me hizo un diploma muy bonito que tengo enmarcado. Es un dios Neptuno encima de los 3 barcos de la compañía. Pone: 'Naviera Aznar, Monte Ayala, certifico que a la niña Gabriela María del Mar, recién nacida en mis dominios, le concedo plenos poderes en todos los mares y le nombro este día del paso ecuatorial princesa de mi corte, bautizándola con el nombre de Bella Sirena. Y para que así conste expido el presente certificado. En la mar, a 29 de mayo de 1949'».
El garabato del dios Neptuno y la firma del capitán, Gabriel Líbano, son como un talismán: «Mis padres intentaron localizarlo pasado el tiempo, pero no lo consiguieron; a mí me marcó su recuerdo por el cariño que mostró». Y por el nombre, añade, que le rinde homenaje pese al absurdo de ser conocida como Maruchi.
Emoción y alegría
A sus 63 años, Gabriela sigue mirando al Atlántico con los ojos de aquel bebé: «Viajé varias veces en barco entre Montevideo y Galicia y siempre tenía ese pensamiento. Sé el lugar donde nací, pero en un barco no lo controlas con exactitud. Cuando estás cerca sientes emoción y alegría; pienso: aquí mi madre luchó conmigo. Aunque no sé navegar, porque no tuve ocasión, nunca me mareé en un barco. El mar siempre me acompañó, me relaja, hablo con él».

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