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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dos botellas con residuos del submarino nuclear ruso «Kursk» llegaron a Muxía

El navío se hundió con sus 118 tripulantes hace 10 años en el mar de Barents
Juan Ventura Lado /LA VOZ       3/11/2010
Hicieron falta casi dos años, pero, al fin este fin de semana, la empresa Sogarisa se hizo cargo de dos enigmáticas botellas que les quitaban el sueño a los responsables de la Policía Local y al alcalde de Muxía desde enero del 2009.

Por aquellas fechas, un agente municipal localizó las garrafas en la playa de Nemiña con un precinto, que invitaba a no alterar su contenido, y una etiqueta con caracteres cirílicos en la que se podía leer en inglés «Kursk, San Petersburgo». El mensaje enseguida trajo a la memoria del agente la tragedia ocurrida en el mar de Barents en agosto del 2000 en la que fallecieron los 118 tripulantes del submarino insignia de la flota nuclear rusa. La decisión del entonces presidente Vladimir Putin de rechazar la ayuda internacional hasta 16 días después del accidente dio la vuelta al mundo y condenó a los militares a una muerte segura.
El 8 de octubre del 2001 una compañía Noruega reflotó los restos del Kursk, del que siempre se afirmó que no había salido ninguna emisión nuclear.
En cualquier caso, el funcionario, que tenía las muestras del líquido viscoso custodiadas bajo llave, pidió la ayuda de los especialistas de Protección Civil, quienes comprobaron con equipos electrónicos que no había actividad atómica dentro de las botellas. Desde entonces las garrafas y las dudas sobre su contenido han permanecido en secreto en Muxía. Ahora, los análisis de la firma Sogarisa determinarán qué hay dentro de ellas y quizás algún día se pueda saber si llegaron desde Barents y cómo lo hicieron.

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