Redacción digital VdG 18/6/2010
Durante generaciones, el burro nos ha librado de las cargas más pesadas, y a juzgar por la imagen, aún presta servicio. En peligro de extinción, cada vez son menos los ejemplares que nos podemos cruzar por pistas y caminos; más complicado todavía en asfalto, como en la instantánea tomada ayer en el acceso a la autopista AP-9 en Ferrol.
El asno aguarda estoicamente a su propietario frente a la puerta de un bar en el barrio de Catabois, «aparcado» en zona prohibida, al menos para los vehículos a motor.
Unos tiran el burro al río (los más burros) y otros (los listos) lo aprovechan como vehículo ecológico, que nunca tiene problemas con la inyección (ver entradas anteriores).
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