La Voz, 09/05/2019
Es muy probable que recuerden el dilema. Apareció un par de años después de aquel otro, mucho más ruidoso, que dividió al mundo en dos en marzo del 2015: los que veían el vestido blanco y dorado, y los que lo veían azul y negro. Hubo quién incluso llegó a distinguirlo en las dos combinaciones. No se trataba de una ilusión óptica, sino de la percepción individual que mucho tenía que ver con cómo entendía cada uno que estaba iluminada la prenda. En función de esa sensación subjetiva, los colores se veían alterados. En octubre del 2017 asomó en las redes sociales una nueva imagen que repetía la fascinante experiencia. Esta vez eran unas zapatillas en lugar de un vestido de gala corto y algo hortera. Había quienes juraban y perjuraban que las deportivas eran grises, con los ribetes y cordones en azul celeste. Y quienes apostaban su mano derecha a que eran de color rosa, con las cuerdas en blanco.
La pregunta, que también ha revivido a través de Instagram y de WhatsApp, llega en esta segunda vuelta acompañada de una explicación sin base científica alguna que ya ha conseguido, solo en Twitter, un eco que alcanza los miles de retuiteos: «Si el hemisferio derecho domina tu cerebro, la verás de color rosa y blanca; si controla el hemisferio izquierdo, la verás gris y turquesa».
No existen diferencias entre hemisferios en lo relativo a la percepción del color. Las zapatillas originales, las que aparecen en el catálogo de la marca, son rosas y blancas. ¿Por qué razón hay quién las ve claramente en gris y azul? Por la luz que las ilumina. Y que ilumina el fondo.
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