Etiquetas

Hay gente para todo (1132) Documentos (1043) ambiente (574) Tecnología (474) Música (360) Ciencia (329) Animales (270) Informática (189) Música para una cuarentena (86) Bicicleta (64) Humor (53) cocina (38) de viaje (22) Fotografía (19) Historia (18) Chapuzas (17) Opinión (11) arquitectura (9) Arte (8) Salud (8) Retro (4)

Panorama

Otras formas de ver el blog

Otras formas de ver el BLOG: TIMESLIDE / MOSAIC / FLIPCARD / SNAPSHOT

sábado, 8 de septiembre de 2018

El exterminador de avispas asiáticas

Un vecino de Bembrive mata más de 200 velutinas al día para proteger sus colmenas, que ya han reducido en un 90 % la producción anual de mielAlejandro Martínez / LA VOZ, 08/09/2018
Las avispas asiáticas se han convertido en las peores enemigas de las abejas comunes. Este insecto invasor es una verdadera amenaza para los enjambres. Las velutinas deboran a las habitantes de las colmenas sin piedad. Lo sabe bien José Benito Alejandro García, un vecino de Bembrive jubilado que lleva más de 20 años elaborando miel para su propio consumo.
La plaga ha diezmado su población de abejas. De las cinco colmenas que tenía el año pasado, ahora solo le queda una y la protege con todos los medios que tiene a su alcance.
Él mismo se ha convertido en el guardián de sus abejas. Conoce bien cómo matan las velutinas. Las observa casi a cada minuto. Las obreras están seguras cuando se encuentran reunidas defendiendo la puerta de la colmena, porque entonces las velutinas no las atacan.
El problema es cuando están solas. La avispas merodean cerca de la colmena y andan al acecho. Cuando una abeja regresa del campo la ataca al vuelo. La agarra con sus patas y se la lleva. Las engullen como golosinas.
Pero ahí entra en acción José Benito con una espátula en cada mano. En cuanto una velutina se acerca a su colmena, zasca, las mata de golpe, de una en una.
«Mato entre 200 y 300 velutinas al día a mano», afirma. Dice que no exagera y, como muestra, enseña un caldero con cientos de cadáveres de avispas asesinas. Son sus presas de los últimos días, mientras otros montones se pudren en el suelo, como aviso a las intrusas.
Este hombre está permanentemente vigilando a sus abejas con su par de matamoscas. «Vivo aquí y cada poco vengo y mato unas cuantas», afirma. Se ha convertido en una especie de pasatiempo interminable. «Yo creo no las vamos a erradicar nunca. La Xunta nos debería dejar acribillar los nidos a perdigonazos», afirma.

No hay comentarios: